Anuario Raza Polo Argentino Anuario2017 | Page 12

JORGE MAC DONOUGH

Inteligente, creativo, curioso, entusiasta, apasionado por los caballos y por el Polo. Encontrarse con Jorge era siempre estimulante. El transmitía vitalidad, entusiasmo, generosidad.
Empezó como un veterinario de caballos de carrera en La Irenita, para convertirla luego en su lugar en el mundo. Allí formó su cría y sus hijos se educaron en el arte del polo y de los caballos, y también en el arte de la vida.
Fantasía fue su yegua insignia, en sus comienzos como criador, para después abrirse a otras sangres y llegar a tener en el último abierto más de 60 caballos inscriptos para la triple corona. Un éxito incomparable que lo llenaba de orgullo, pero de un orgullo tan humilde como el que sentía por sus hijos como jugadores.
Decía Jorge, que él empezó a entusiasmarse con la cría el día en que comprobó que ninguno de los productos de un padrillo suyo servía para polo. Entonces, concluyó que así como existía el padrillo totalmente inútil, debía existir su opuesto: el padrillo perfecto. Y entonces empezó su búsqueda ilusionada, con un entusiasmo que contagiaba a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo.
Siempre tenía una teoría innovadora, un reto al intelecto, listo para quien se le acercara a conversar. Decía, por ejemplo, que a los padrillos había que medirlos por lo mejor que dieron, sin importar el promedio de sus crías, ni la proporción de sus fracasos. Pero, es cierto también que se fue convenciendo hasta fanatizarse en el uso de padrillos Polo Argentino. A él le mejoraron su cría y así lo transmitía.
En nuestra Asociación, de la que era un miembro fijo e insustituible de la Comisión Directiva, era una usina de ideas y un apoyo invalorable, cuya ausencia solamente podremos cubrir recordándolo como era y motivándonos aunque sea con su memoria.
Murió Jorge viviendo: jugando al polo, montado en su alegría y en su genialidad.
Y asi lo despedimos.
La Comisión Directiva