ANDREA VICTORIA CANO
La crisis militar Argentina tiene su origen en 1930, oportunidad en que
las Fuerzas Armadas intervienen para interrumpir la continuidad
institucional del país. Desde el momento del Golpe de Estado, algunos
jefes superiores con responsabilidad para conducir, se politizaron, y en
consecuencia produjeron la desprofesionalización de las Fuerzas
Armadas.
El alejamiento voluntario de sus funciones específicas condicionó las
capacidades de la Conducción Militar para encontrar soluciones, cuando
debió afrontar las consecuencias derivadas de los hechos traumáticos
recientes, tales como la lucha contra la subversión y la guerra de las
Malvinas.
Con el restablecimiento de la democracia y ante la incapacidad de esta
conducción demostrada en el campo político y en el específico, el
gobierno desarrolló un plan que afectó aún más la crisis en las Fuerzas
Armadas. El deterioro moral y material de las Instituciones Armadas
alcanzó un nivel sin precedentes en la historia militar de Argentina,
limitándola gravemente para el cumplimiento de su misión.
Se perdió el sentido de Autoridad Militar, a veces por los excesos y otras
por la carencia de autoridad. Esta acefalia impulsó a los subordinados a
tomar iniciativa en los reclamos justos ante el Poder Civil, situación que
afectó la disciplina, el espíritu y la vocación militar.
Las propuestas para la reestructuración de las Fuerzas Armadas,
presentadas ante la Institución democrática próxima a asumir la
conducción de la Nación fueron aprobadas y firmadas por el firme
candidato a la presidencia el Dr. Carlos Saúl Menem. Luego y en función
de gobierno el mismo Carlos Saúl Menem ignoró el proyecto aprobado
por él.
Quienes habían participado en la elaboración de la propuesta intentaron
exigir el cumplimiento del compromiso asumido, como consecuencia
fueron violentamente reprimidos, recluidos en cárceles con delincuentes
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