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noventa por ciento de niñxs que no sobrevivía al año de vida),
el psicoanalista Juan Carlos Volnovich explica que
[e]so que hoy conocemos, padecemos y disfrutamos como algo
“instintivo”, “natural”, “incondicional”, no tiene nada de instintivo. Es
una construcción social que surge [a fines del siglo XVIII] e
identifica a la mujer con su función de madre, a partir de discursos
filosóficos, económicos y fundamentalmente ideológicos como el de
Rousseau. Las dulzuras de la maternidad fueron objeto de una
exaltación infinita; ser madre devino así en un deber impuesto,
pero también en la actividad más envidiable y gratificante que podía
esperar una mujer. Progresivamente, los hombres fueron
considerándose más responsables de la felicidad o desdicha de sus
hijos, aunque nunca llegó a plasmarse un mito del amor paternal
semejante al del amor maternal. (*8)
Efectivamente, la idea instalada en la modernidad de que una
madre debe ser abnegada y sacrificada, y la idea de que a su vez
este rol es posiblemente uno de los más deseables —y más
deseados— roles sociales (así como también la idea de que,
asimismo, toda mujer está de hecho obligada a anhelar y a
ambicionar este papel “privilegiado” que le ha sido asignado y
reservado en la sociedad) son ideas que entran en la categoría de lo
que Bourdieu ha denominado “actos de reafirmación y de
reforzamiento” —es decir, aquellos actos que tienden a producir tanto
afectos obligados, como obligaciones afectivas del sentimiento
familiar—. Producto de la modernidad, la concepción que tenemos del
amor materno es justamente una construcción reciente en nuestra
cultura occidental que goza de estatus de mito, y que probablemente
no encuentra correspondencia con otros “actos de reafirmación y
reforzamiento” similares, como el amor conyugal o el amor fraternal
por ejemplo ( *9) . En términos de la concepción que de la construcción
social de la familia plantea Pierre Bourdieu, y que hace que —en sus
palabras— la idea de familia esté basada en “una constelación de
palabras” cuya configuración presupone un conjunto de propiedades
(*10) , este mito del amor maternal está estrechamente relacionado
con el hecho de que el rol asignado a la mujer en la división sexual
del trabajo va de la mano del papel que juega la mujer en el proceso
reproductivo, lo que a su vez se ve permeado a todos los roles
femeninos. Eunice Durham lo dice claramente cuando afirma: