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También sería igualmente ingenuo de nuestra parte pensar que el juez que finalmente liberó a esta madre sospechada de ser partícipe en la muerte de su propia hija no consideró los detalles puntuales y concretos del caso en cuestión, que —por otra parte, debemos decirlo— nosotros desconocemos. Asumimos que el criterio de un juez se basa, muy a pesar de las innumerables e innegables fallas de nuestros sistemas de justicia, en la supuesta consideración de todas las pruebas, y seguramente la falta de mérito que llevó a este juez a liberar a esta joven se dictó a partir de una sopesada y calculada decisión, y se hizo más allá de cualquier posible consideración de las diferencias culturales. En otras palabras, el valor de la vida humana es un denominador común a muchas culturas humanas (¿a todas las culturas humanas?), así como la transgresión de la norma que sigue a este valor tiende a ser castigada más o menos severamente (y sólo es tolerada en casos muy puntuales, como ser durante una guerra entre estados, o cuando el estado ejerce el monopolio de las violencias de manera, digamos, “legal”). Podemos entonces suponer que, efectivamente, no habría nada que inculpara a esta mujer, y que por ello fue liberada. Herskovitz realiza una importante y valiosa consideración al respecto, que podría servirnos para entender el caso que analizamos. Este autor señala que “es esencial que diferenciemos los absolutos de los universales” en toda consideración de relativismo cultural ya que, según explica: Los absolutos están fijos y, por lo que a las convenciones se refiere, no se admite que tengan variación, ni que difieran de cultura a cultura, ni de época a época. Por otra parte, los universales son los mínimos denominadores comunes que se pueden sacar, inductivamente, de la comprensión del ámbito de variación que manifiestan todos los fenómenos del mundo natural o cultural. […] Decir que no hay ningún criterio absoluto de valor o de moral, o aun psicológicamente de tiempo y espacio, no significa que los diversos criterios al respecto no alberguen, en formas diferentes, “universales” de la cultura humana [No hay] dos culturas cuyas instituciones sean idénticas en la forma. ( *16 ) “La moral”, nos dice, “es un universal, y así también el goce estético y algún criterio de la verdad”. Pero [l]as diversas formas que adoptan estos conceptos no son sino productos de la particular experiencia histórica de las sociedades