Antropología Cultural y Social Antropología_Cultural_y_Social | Page 32

por la solidez y el carácter concreto de su propio argumento, así como por la consecuente fuerza y peso de convencimiento que este argumento tiene para ella misma. Desde su visión de mundo, ella está firmemente convencida tanto de la veracidad como de la verosimilitud de su propio relato. Más allá de cualquier consideración psicológica, que excede por mucho los alcances de nuestro pequeño ensayo, lo que nos interesa destacar es esto último: cómo es que esta madre ha encontrado un marco de referencia cultural para, nosotros podríamos decir “justificar”, ella y el resto de su comunidad seguramente dirían “entender” lo sucedido. Su reacción, incluso también presumiblemente su conducta, se ha visto determinada (y, así, se ha visto regida) por esos marcos de referencia culturales. Entonces, entendemos aquí cultura como una serie de pautas, reglas y normas que regulan, que enmarcan, la conducta humana; en ese sentido, la cultura de esta joven madre, y por ende su modo de ver y explicar el mundo, le proporcionan una manera de procesar lo ocurrido, más allá de cualquier valoración moral que podamos realizar desde fuera de esa cultura. ¿Qué es este sistema prescriptivo por el cual vivimos (sistema que toma la forma de un conjunto de reglas y de creencias que gobiernan nuestra conducta), si no cultura? Geertz nos habla de la cultura como este sistema prescriptivo de “mecanismos de control” de nuestra conducta social, cuando dice: […] la [idea] de que la cultura se comprende mejor no como complejos de esquemas concretos de conducta —costumbres, usanzas, tradiciones, conjuntos de hábitos—, como ha ocurrido en general hasta ahora, sino como una serie de mecanismos de control —planes, recetas, fórmulas, reglas, instrucciones (lo que los ingenieros de computación llaman “programas”)— que gobiernan la conducta. La segunda idea es la de que el hombre es precisamente el animal que más depende de esos mecanismos de control extragenéticos, que están fuera de su piel, de esos programas culturales para ordenar su conducta. (*3) y sostiene, además, que el ser humano es “el animal que más depende de esos mecanismos de control extragenéticos” ( *4) . En su argumentación, Geertz va más allá y mantiene que, con el apoyo empírico de otras ciencias (como la teoría de la información y la cibernética, desde donde se ha reflexionado sobre las implicancias y los alcances de la inteligencia del hombre, así como sobre el entorno