Antología 10 películas de Disney basadas en historias no aptas para antologia cuentos basadas en peliculas | Page 9

Blancanieves en su interior y leyó lo que estaba es-crito en letras de oro. Entonces dijo a los enanos:-Dénme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.-No lo daríamos por todo el oro del mundo-respondieron los enanos.-En ese caso-replicó el príncipe- regálenmelo pues no puedo vivir sin ver a Blancanieves. La hon-raré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo. Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd.
El príncipe lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero su-cedió que éstos tropezaron contra un arbusto y co-mo consecuencia del sacudón el trozo de manzana envenenada que Blancanieves aún conservaba en su garganta fue despedido hacia afuera. Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.- ¡ Oh, Dios!, ¿ dónde estoy?-exclamó.-Estás a mi lado-le dijo el príncipe lleno de ale-gría. Le contó lo que había pasado y le dijo:-Te amo como a nadie en el mundo; ven conmi-go al castillo de mi padre; serás mi mujer. Entonces Blancanieves comenzó a sentir cariño por él y se preparó la boda con gran pompa y mag-nificencia. También fue invitada a la fiesta la madrastra criminal de Blancanieves.
Después de vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó: ¡ Espejito, espejito de mi habitación! ¿ Quién es la más hermosa de esta región? El espejo respondió: La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Reina lo es mucho más. Entonces la mala mujer lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a la joven reina. Al entrar reconoció a Blancanieves y la angustia y el espanto que le produjo el descubrimiento la de-jaron clavada al piso sin poder moverse. Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.