Cuentos de Edgar Allan Poe
chimeneas apenas podían contenerse en su furia y se obstinaban en tal forma en dar
las trece y en agitar y menear los péndulos, que eran realmente horribles de ver. Pero
lo peor de todo es que ni los gatos ni los cerdos podían soportar más la conducta de los
relojitos atados a sus colas, y lo demostraban disparando por todas partes, arañando y
arremetiendo, gritando y chillando, aullan