Ansuz Magazine Segundo Número. Diciembre 2014 | Page 51
Foto: Manuel de los Galanes
Andersen describe más la esencia de la Sirenita con su
voz y belleza como únicas figuras sobresalientes) esta
pequeña mujercita con cola de pez vivía con su padre
el Rey y su abuela la Reina (el padre de Sirenita no era
musculoso ni tenía semblante de Jesús gringo, en el
libro era un viejo tritón sabio). Sirenita, pasaba sus días
anhelando cumplir 15 años (Ariel los 16 años, al parecer
se hace notar la cultura entre países, en cuanto a la edad
del paso de niña a mujer, o simplemente tiene que ver
con la traducción, el paso de los años, y las ediciones
del cuento de Andersen). Y es que cumplir los 15 años
en su reino era la oportunidad de salir a conocer la
superficie del mar. La abuela y las hermanas de Sirenita,
quienes eran cinco sólo un año mayor una de la otra, le
contaban como era el mundo arriba de su hogar, cada
año llegaban con fantásticas historias: una parvada
Serie: No tan Felices
como “cisnes salvajes atravesando nubes o peces que se
movían entre los árboles cantando melodiosamente”1.
Cuando finalmente llega el día, la abuela de Sirenita le
colocó en el cabello una corona de lirios blancos y perlas,
en su cola de pez incrustó ocho ostras para distinguir su
rango de princesa, por lo que Sirenita sintió por primera
vez el dolor, a lo que la abuela le contestó: “Hay que sufrir
para ser hermosa”. Ariel sin embargo no hizo este tipo
de rituales pero obtuvo un sinfín de aventuras y como
consecuencia reclamos de su padre, por lo que si ya
era experta en hacer dos que tres remolinos en el agua
¿por qué no hacerlos también fuera de ella? Si alguien
ha recordado el baile de sus quince años, el cambio
de zapatillas, y la entrada triunfal hacia la superficie,
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