Ansuz Magazine Segundo Número. Diciembre 2014 | Page 14
al lado del dramaturgo; esa cocina y el ámbito familiar conformado
por los extraños que nos encontrábamos bajo el mismo techo de
la casa que nos adoptó, propició un acercamiento con el hombre
que hasta el momento sólo vimos como la personalidad que fue.
Comenta Lorena que su tío plagaba las obras de un metatexto
indescriptible pero sensorial: “Hay un libro llamado De cuerpo
entero que tengo muy presente sobre él, hoy lo encontré en su
cuarto, cuando lo abrí para recordar algunas líneas sobre lo que
había escrito me encontré con un recadito que decía… ¡bueno!,
mejor se los traigo para que lo lean porque está muy poético”.
Al traer el libro que contenía un recadito escrito por puño y
letra y firmado por él, entre agitada y emocionada nos lo leyó:
Adita:
Este joyel (que algo tiene del mar que te fascina) es para que
guardes tus anhelos y los bellos momentos que hemos pasado y
pasaremos juntos. Adentro encontrarás las llaves de plata, que
si sabes usarlas te conducirán al encuentro de la felicidad. Con
amor…
Víctor Hugo
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La emoción le hizo recordar cuando le dedicó un billete
de lotería donde le demostraba su reconocimiento por ser
una mujer maravillosa; este mensaje le llevó a relatarnos
sobre el hombre ejemplar que fue: “Era como un padre
para mi, él siempre dijo: Dios no me mandó hijos, pero el
Diablo me mandó sobrinos, ¡y vaya que tuvo bastantes!”
Ella lo acompañó en los últimos días de su vida,
durante el delicado estado de salud que lo aquejaba:
“Me fui y la mayor parte de la familia nos acompañó, los últimos
días de su vida los dedicó en planear los lugares a donde quería
que lleváramos a los niños: museos, partidos de futbol, Xochimilco
e incluso Acapulco, porque dos de ellos no conocían el mar. Toda
la familia se devolvió a Chihuahua un sábado, pero yo decidí
quedarme hasta el lunes aunque tuviera que irme directo del
aeropuerto al trabajo. Uno a uno fueron pasando los niños bien
bañaditos y cambiados para despedirse de él. Se puso muy
triste a la mañana siguiente y comenzó a sentirse muy mal, nos
decía: la casa se quedó muy sola, pongan algo de música para
que cuando menos se escuche el ruido. Luego lo convencimos