INDIRECTO
Y una de las alumnas, que había venido a la capital
desde un pueblo perdido en el campo, se quedó
charlando conmigo. Me dijo que ella, antes, no hablaba
ni una palabra, y riendo me explicó que el problema era
que ahora no se podía callar. Y me dijo que ella quería al
maestro, lo quería muuuuuucho, porque él le había
enseñado a perder el miedo de equivocarse
El profesor (Eduardo Galeano)