Cuéntame; quiero escuchar de ti amada
De tu voz dulce, suave, fuerte,
Dime que fue Dios quien sostuvo tu mano desde la nada.
Cuando muchas veces te deje de pie abandonada, sin pan de
cada día, con el tumulto de acciones a tu espalda,
Con frecuencia desolada.
Cuéntame; dime que fue Dios quien te hizo encontrarme.