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El gemir de la tierra, por causa de
la desobediencia del hombre
Cuando Dios hizo la creación todo lo hizo bueno. «Dios
vio todo lo que había hecho, y vio que todo había
quedado muy, pero muy bien». G en . 1:31 (PDT)
Pero cuando Adán y Eva se desviaron de lo que Dios les
había ordenado, el quiebre de tal armonía fue parte de
las consecuencias que ellos tuvieron que enfrentar por
causa de la desobediencia, y en el siguiente pasaje se
establece la sentencia:
«Ahora por tu culpa la tierra estará bajo maldición,
pues le hiciste caso a tu esposa y comiste del árbol
del que te prohibí comer» . G en . 3:17 (TLA)
2
Las consecuencias
que vienen por causa
de nuestra propia
desobediencia
Dios siempre está dispuesto a
perdonar hasta los pecados más
horrendos que el ser humano
pueda llegar a cometer, siempre que
reconozcamos el error y decidamos
apartarnos del mal que hayamos
hecho. Tal como lo establece su
Palabra en los pasajes siguientes:
«No le irá bien al que oculta sus
pecados, pero el que los confiesa y
se aparta será perdonado».
P rov . 28:13 (PDT)
«¡Vengan y aclaremos las cuentas!
—dice el Señor—, por profunda
que sea la mancha de sus pecados,
yo puedo quitarla y dejarlos tan
limpios como la nieve recién
caída». I sa . 1:18 (NBV)
Por causa de esto, la naturaleza ya no tiene un orden
perfecto y a pesar de que hay mucho bien en ella,
también suceden muchos desastres.
Pero los creyentes saben que en medio del dolor ven a
Dios como prioridad: «En mi angustia llamé al Señor,
pedí ayuda a mi Dios, y Él me escucho» . S al . 18:6 (DHH)
3
Su decisión de hacer que le
conozcamos de forma diferente
Otra de las causas por las que el Señor, en ocasiones
permite que pasemos por situaciones de dolor, es
porque quiere revelarse a nosotros de forma diferente.
Tenemos miles de testimonios de gente que paso
por una adversidad en la vida, situaciones de dolor y
quebranto, pero una vez que el día de aflicción paso
han salido conociendo al Señor de una manera más
profunda. El patriarca Job experimentó el dolor como
ningún otro en la Biblia, al final pudo decir: «De oídas
te había oído; Mas ahora mis ojos te ven» . J ob 42:5.
Dios tiene un propósito supremo con cada cosa por la
que nos permite pasar, el cual sencillamente sobrepasa
por mucho nuestra capacidad de entendimiento,
y el que quizás solo podremos entender una vez
lleguemos a la eternidad.
«Porque mis pensamientos y mis acciones están muy
por encima de lo que ustedes piensan y hacen – dice
el Señor». I sa . 55:8 b (TLA)
T e R ecomendamos L eer :
R econstruye con los P edazos de Y esenia T hen
• Editorial Peniel •
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