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42 TOMÁS ORTEGA ORTEGA l VERÓNICA VÁZQUEZ GARCÍA. Género, gobernanza y recursos forestales no maderables. niveles de jurisdicción y áreas de la sociedad (Ostrom, 1990). La propiedad es una institución clave para la gobernanza, ya que estructura relaciones sociales a través de la creación de derechos de acceso, uso, manejo, exclusión y alineación de recursos naturales (Schlager y Ostrom, 1992). El acceso se refiere únicamente a la posibilidad de entrar al área forestal, mientras que el derecho de uso permite obtener recursos de ella. Mediante el derecho de exclusión, un determinado grupo de personas establece quién puede usar los recursos, mientras que el de la alienación incluso abre la posibilidad de vender o rentarlos (Larson et al., 2010). El factor distintivo aquí es el poder. Kurien (citado en Jentoft, 2004:140) menciona que “la propiedad es el término usado para describir una concentración de poder sobre los recursos naturales aprobada legal y socialmente”. Este conjunto de derechos se construye a partir de identidades sociales (de género, etnicidad, edad, estado civil), situación que refuerza la desigualdad, al limitar los derechos de grupos desfavorecidos, por ejemplo mujeres y pueblos tribales (Ribot y Peluso, 2003; Bose et al., 2012). En otras palabras, los derechos de propiedad determinan lo que la gente puede hacer con los recursos disponibles. Dependiendo del contexto, hombres y mujeres de distinta condición tendrán acceso (a nivel operativo) o derechos de manejo, exclusión y alienación (es decir, formarán parte de un colectivo que formula y decide sobre los derechos de los demás). La diferencia entre estos dos es crucial: ejercer derechos no es lo mismo que participar en su definición, por ejemplo cosechar poleo versus determinar quién, cómo, cuándo y dónde se puede llevar a cabo la cosecha. Generalmente las mujeres tienen derechos de acceso y uso (operativos) mientras que los hombres tienen derechos de toma de decisiones (manejo, exclusión, alienación) (Gray y Kevane, 1999; Rocheleau y Edmunds, 1997). Esta situación tiene impactos negativos en la gobernanza forestal, ya que puede conducir a arreglos precarios y ambiguos entre usuario/as del bosque, lo cual, a su vez, puede representar la sobre- explotación de determinado recurso (Ribot y Pelusso, 2003). También puede darse el caso de que las mujeres sean marginadas en nichos donde solo es posible extraer recursos de bajos ingresos (Grigsby, 2004); o que se reproduzcan las inequidades de género en la capacidad de beneficiarse de los recursos (Ribot y Pelusso, 2003). El presente trabajo se inscribe dentro de la corriente de GMAD (Género, Medio Ambiente y Desarrollo), inaugurada por el trabajo pionero de Boserup (2007), publicado por primera vez en 1970. Boserup dejó claro que la modernización tiene un impacto diferenciado en hombres y mujeres, en detrimento de estas últimas en lo que se refiere a las políticas de reforma agraria,