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GISELA LANDÁZURI BENÍTEZ
Escribir un libro desde, con y para los atlapulquenses
construcción de textos con los originarios, incorporando a sus propias formas
de expresión diversos lenguajes: visuales, auditivos, musicales, teatrales, que
buscan sensibilizar a las generaciones más jóvenes en relación con su entorno,
sus problemáticas generacionales, sociales y culturales y la autoreflexión
sobre sus identidades.
Estas iniciativas acompañan otros proyectos que buscan “reconstruir
las historias-memorias de los pueblos, en un ejercicio decolonizador y en la
también necesidad de reivindicar su cultura e identidad como derecho a la
existencia y a la diferencia” (Olivares, 2014:1).
A diferencia del proceso de investigación clásico, en el que el ojo
externo y ajeno del investigador es el que guía el proceso de observación
y conceptualización en solitario, los sujetos locales entran a un proceso de
interlocución sobre sí mismos, su comunidad, “su actuar y su ser”, por lo
que pueden surgir dos discursos complementarios, dos versiones del mismo
fenómeno, una próxima y otra distante.
A partir de una convocatoria pública a escribir un libro sobre San Gregorio
Atlapulco, se organizaron seis jornadas, en principio, temáticas, con preguntas
generadoras y algunas dinámicas de participación grupal, para abrir la reflexión
sobre el presente y el futuro de ese pueblo.
El libro colectivo de San Gregorio Atlapulco, imaginar el futuro desde la
memoria, abrió la deliberación y el intercambio sobre el proceso de pérdida
de la chinampa, y en general de sus zonas de cultivo, y revaloró las riquezas
naturales, culturales e identitarias que aún persisten, como referentes que no
pueden soslayarse al “imaginar el futuro”.
El equipo académico tenía también la convicción de que un espacio de
construcción en grupo, puede contribuir a abrir un conocimiento más profundo
sobre lo propio, sobre el contexto en que transcurre su presente y constituirse
en una base para la acción.
Una de las comentaristas, Martha Olivares recoge la esencia de esta
experiencia (Olivares, 2014:2):
Escribir un libro en colectivo, fue apenas un pretexto, un generador… que
convocó al Pueblo a pensarse, a mirarse y a socializar (compartieron historias,
fotos, textos literarios, sentires, conocimientos, valores y añoranzas de su
cultura e identidad chinampera).
¿Y acaso no se trata también de escribir con y para los sujetos, como tanto
insistimos cuando hablamos de la construcción de proyectos de desarrollo, en
colabor o fungir como facilitadores de procesos sociales rurales?
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