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ERIKA ROMÁN MONTES DE OCA
La familia agrícola y sus estrategias de reproducción
respecto a ingresos externos, ha generalizado durante las últimas décadas la
pluriactividad como estrategia de supervivencia y ha estimulado la migración
a las ciudades y a otros países (Viola, 2000:37). Bajo esta premisa, podemos
ver que en la comunidad la gente joven, tanto hombres como mujeres, sale a
trabajar en otras actividades:
El panorama de las opciones laborales de los campesinos de Morelos se
muestra como un mosaico heterogéneo y sumamente dinámico de soluciones
con las que están enfrentándose las grandes dificultades por las que atraviesan
sus familias y comunidades (Guzmán y León, 2005: 119).
Lo que provoca que muchos campesinos se queden en sus tierras
trabajándolas, para obtener un poco de granos básicos y buscar combinar esa
producción de subsistencia con otras medidas de supervivencia, como los
empleos no rurales o las artesanías (Almeyra, 1998:46).
En Amatlán, así como en otras comunidades rurales, la apertura laboral
hacia otros ámbitos también se está dando. Las familias buscan integrarse a
actividades extra agrícolas para obtener ingresos económicos adicionales y
complementar la satisfacción de las necesidades, esta búsqueda se da en el
marco de las grandes dificultades económicas que se viven ante los bajos e
inestables precios de los productos agrícolas en el mercado y los altos costos
de los insumos para producir.
Una condición que favorece el empleo no agrícola en la comunidad es la
presencia turística en la región. Por un lado, la belleza natural y carácter mítico
con que se reconoce la comunidad atrae a inversionistas en giros de ecoturismo,
hoteles, hostales rústicos, recorridos en la zona, temazcal, herbolaria, entre
otros. Por otro lado, la cercanía a Tepoztlán, la cabecera municipal e incluso
a Cuernavaca, como capital estatal, con un giro importante en el turismo se
extiende hasta la comunidad. De tal manera que la población en los últimos
años se integra a las actividades del sector terciario como ofertas turísticas,
negocios propios, ofrecen alimentos, hospedaje, temazcal, masaje, curas
tradicionales. Esto les da la posibilidad de generar u obtener empleos en su
comunidad o cerca de ella, lo que permite que diferentes integrantes de las
familias se dediquen a diversas ocupaciones, adaptando los tiempos de trabajo
extra agrícola a su participación en el hogar y la producción de la milpa. Lo
que indica que las actividades no agrícolas no dependen tanto de las actitudes
de los agricultores, sino de las oportunidades concretas que brinda el mercado
laboral (Sacco y Velleda, 2007:172).
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