Desde 2010, Petroleos Mexicanos (PEMEX) realiza exploraciones sobre los posibles yacimientos donde podría llevarse a cabo el fracking y Nuevo León fue uno de ellos. Además, gracias a la reforma energética ésta práctica se impulsó aún más.
Así, el gobierno de Nuevo León puso en marcha el Proyecto Monterrey VI declarando que sería para atender la demanda y garantizar la provisión para los siguientes 20 años, transportando agua desde la cuenca del río Pánuco. Las fallas políticas se dan a causa de la ausencia de las acciones orientadas, ya que el uso no inteligente del agua ha dejado un claro conflicto entre eficiencia y sustentabilidad.
Tiempo después, Rodrigo Medina, gobernador del estado de Nuevo León, reconoció que el agua veracruzana servirá para la extracción de miles de pozos de gas shale, que el gobierno espera sean explotados próximamente. El gobierno mexicano espera que extrayendo este gas la economía mejorará. Nuevo León, al igual que Tamaulipas y Coahuila, comparten uno de los yacimientos de shale más importantes del país.
La exploración y explotación de pozos para la extracción del gas Shale pondrá en gran riesgo a la zona metropolitana de Monterrey, ya que la posibilidad de sismos de 5.7 (en la escala Richter) es muy alta, así como la contaminación en la presa “El Cuchillo”, causada por fluidos químicos.
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