Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 95

71,7% de las mujeres ha terminado la educación secundaria, mientras en los menos capitalistas sólo el 31,8% ha podido pasar por ella y finalizarla; los Parlamentos de los países económicamente más libres tienen una media de 26,8% representantes mujeres, mientras en los menos capitalistas esa representación es del 14,9%; la mortalidad maternal en los países económicamente más libres es de 3,1 por cada 100.000 nacimientos, mientras en los países menos capitalistas ese valor se encuentra en 73,1 muertes; la tasa de fecundidad de adolescentes en los países económicamente más libres es de 22,4 por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años, mientras en los países menos capitalistas encontramos 87,7 casos. Pero a pesar de toda la evidencia expuesta, no debiera extrañarnos que nuestras feministas radicales detesten el capitalismo; después de todo, como hemos visto a lo largo de este libro, el feminismo parece servir cada vez menos a las mujeres y cada vez más a la revolución cultural izquierdista. Ya lo decía nada menos que Chantal Mouffe, cuando anotaba que “la política feminista debe ser entendida no como una forma de política, diseñada para la persecución de los intereses de las mujeres como mujeres, sino más bien como la persecución de las metas y aspiraciones feministas dentro del contexto de una más amplia articulación de demandas”.[264] Es decir: el feminismo debe ser parte del proyecto del socialismo del Siglo XXI, y debe usar estos banderines como pantalla para ocultar esa “más amplia articulación” que no aparece frente a los ojos de los bienintencionados que apoyan sus causas. VIII- De la teoría a la praxis Nos hemos concentrado en este capítulo fundamentalmente en la teoría, haciendo hincapié sin embargo en que aquélla resulta imprescindible para la práctica. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que las construcciones ideológicas, al margen de sus distorsiones de la realidad, guardan consecuencias bien reales en nuestras sociedades; de eso se trata, en última instancia, la batalla cultural: generar cambios reales a partir del cambio cultural. De modo que consideramos apropiado dar un cierre a este capítulo recogiendo algunos ejemplos de lo que es y puede ofrecer y lograr la militancia feminista de nuestros tiempos a través de su lucha política. Haremos foco especialmente en el feminismo argentino, pero dado que la cocina ideológica del feminismo está instalada con mayor ahínco en otros lugares, no economizaremos referencias a organizaciones de otros puntos del globo.