Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 8
Introducción
Terminaban los años ´80, el imperio soviético tambaleaba y no sin sentida
preocupación, el tirano y propietario de la Cuba comunista Fidel Castro, anticipándose
a la muy posible implosión de su sponsor moscovita, el 26 de julio de 1989 en discurso
público espetó lo siguiente: “Porque si mañana o cualquier día, nos despertáramos con
la noticia de que se ha creado una gran contienda civil de la URSS o incluso nos
despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no
ocurra jamás, aún en esas circunstancias Cuba y la revolución cubana seguirían
luchando y seguirían resistiendo”[1]. Mal olfato no tenía el locuaz tirano, pues cuatro
meses después caía el Muro de Berlín y esta histórica proclama suya no fue más que
una suerte de alocución pre-inaugural de lo que al año siguiente, él mismo junto con el
entonces joven trotskista Ignacio Lula Da Silva (líder del Partido de los Trabajadores
que se consagrara Presidente de Brasil en el 2002) fabricara como estructura paralela o
supletoria ante la evidente agonía del imperialismo ruso: nos referimos al cónclave
marxista conocido como Foro de Sao Paulo, creado en 1990 justamente en la ciudad de
Sao Paulo.
A la convocatoria del mentado Foro acudieron originalmente 68 fuerzas
políticas pertenecientes a 22 países latinoamericanos. Desde entonces dicha cofradía se
reuniría regularmente y apenas 6 años después de su fundación (en 1996 en la ciudad de
San Salvador), esta asamblea revolucionaria ya era integrada por 52 organizaciones
miembros, entre las que se encontraban estructuras criminales como el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC)[2], siendo ésta última banda el principal productor mundial de cocaína: 600
toneladas métricas anuales[3], motivo por el cual con tan extraordinaria recaudación la
citada organización supo aportar ingentes recursos para impulsar el naciente
contubernio trasnacional.
Desde entonces, dicho Foro y organizaciones afines vienen reclutando,
aggiornando y reciclando a toda la izquierda regional por medio de calculadas sesiones
políticas e ideológicas que buscaron y buscan afanosamente darle nuevos impulsos a
viejas ideas. En efecto, el comienzo de los años ´90 fue clave para la reconversión y
reinvención de una ideología que ya no podía exhibir la “Hoz y el Martillo”, ni ofrecer
expropiación de latifundios, ni reformas agrarias, ni divagar con la plusvalía, ni
tampoco seducir a potenciales clientes con la trillada luchas de clases. Ya nada de todo
este discurso resultaba atractivo a la opinión pública occidental y además, sabía a