Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 63

por unas caricias y unos besos, ¡ya basta!”, minimizaba el asunto—. Y a la cuestión de la pedofilia, las teóricas feministas suman también la reivindicación del incesto. Firestone, por ejemplo, recomienda que, a los fines de que los niños no crezcan “reprimidos sexualmente”, sean los padres quienes los inicien en su vida sexual. De hecho, recomienda que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre. ¿Y es que hay manera más determinante de reventar todo vínculo familiar que promoviendo relaciones sexuales entre adultos y niños, y entre padres e hijos? Ella sabe, a partir de Freud, la importancia que tiene para la cultura la represión del erotismo que presuntamente sentiría el niño respecto de su madre; y probablemente sepa también, a partir de Claude Lévi-Strauss, el papel que en la cultura de toda sociedad humana juega la prohibición del incesto. En efecto, no hay forma más efectiva de destruir la cultura y la familia que haciendo de la pedofilia y el incesto conductas aprobables; de los ´70 a esta parte, pues, el feminismo radical traerá, a veces más explícitamente, otras más implícitamente, estas horripilantes reivindicaciones dentro de su programa. Ya ingresando en los años ´80, otra norteamericana, Zillah Eisenstein, desarrollará con mayor precisión esta síntesis entre feminismo radical y marxismo. La meta del feminismo sería, en una palabra, reventar tanto el “régimen patriarcal” como el sistema capitalista, pues existiría entre ellos una relación de coexistencia y dependencia mutua. La destrucción del primero se asegura con la destrucción de la familia y del matrimonio; la destrucción del segundo viene de la mano de una paulatina abolición de la propiedad privada. Ambas cosas deben darse al unísono. Lo que ofrece Eisenstein es, principalmente, un refinamiento de la teoría de Firestone en la que procura determinar de modo más específico la interrelación entre el supuesto “patriarcado” y el capitalismo, que echaría luz sobre la necesidad de que el feminismo sea socialista, y el socialismo sea feminista.[150] Asimismo, también trata de superar las propuestas teóricas de Millet, fundamentalmente cuando ésta arguye que “debemos hacer preguntas feministas pero intentar llegar a respuestas marxistas”; para Eisenstein, ello implicaría una dicotomía entre marxismo y feminismo que debe ser borrada en favor de una síntesis armónica entre las dos ideologías. Así, su argumento principal es que la institución familiar es funcional al mantenimiento del capitalismo, y lo explica en estos términos: “La familia bajo el capitalismo refuerza la opresión de la mujer. La familia apoya el capitalismo, proporcionando una manera para mantener la calma, lo cual es una parte muy importante del capitalismo. La familia apoya el capitalismo económicamente, proporcionando una fuerza de trabajo productiva y el suministro de un mercado de consumo masivo. La familia también desempeña un papel ideológico mediante el cultivo de la creencia en la libertad, el individualismo, y la igualdad básica de la