Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 53

Frente a estos datos, puede alegarse que, a la sazón, si bien los derechos políticos para las mujeres se estaban haciendo efectivos en el mundo, las mujeres todavía no accedían a espacios de poder. No obstante, tal argumento ignoraría que, mientras en la URSS la estructura política estaba dominada virtualmente en su totalidad por hombres, en la Inglaterra de 1979, Margaret Thatcher era elegida como Primera Ministra y ejercería su cargo hasta 1990 enfrentando precisamente al comunismo y de alguna manera derrotándolo. Permítasenos cerrar este apartado con una última reflexión. Hemos mencionado que la política sexual del comunismo soviético tuvo dos etapas bien diferenciadas: la leninista y la stalinista. La marcha atrás que debió dar Stalin fue precisamente a causa de la desintegración social que había traído aparejado el nihilismo que oportunamente describimos. Este giro se trató, pues, de un reencauce pragmático. Pero la experiencia de la “liberación sexual” y la desintegración de los vínculos familiares que propulsó el leninismo le dejó al régimen soviético algo de fundamental relevancia: el conocimiento sobre las consecuencias y el modo de implementación de esta “arma cultural” para ser utilizada contra los enemigos del comunismo. En efecto, existen notables casos de ex agentes de la KGB que han confesado que una pata fundamental de la estrategia de la URSS contra Occidente consistió en promover la corrupción cultural en estas tierras. Caso destacable es el de Yuri Bezmenov, alias Thomas Schuman, quien en 1983 afirmaba públicamente: “Solamente el 15% del dinero, del tiempo y de mano de obra (destinado a la KGB) se dedica al espionaje como tal. El otro 85% es un proceso lento que nosotros llamamos o bien ‘Subversión Ideológica’ o ‘Medidas Activas’ o ‘Guerra Psicológica’, lo que significa básicamente: cambiar la percepción de la realidad de todo americano. Basta una extensión tal que a pesar de la abundancia de información nadie sea capaz de llegar a conclusiones sensibles, en el interés de defenderse a sí mismos, a su familia, a su comunidad o a su país”. Bezmenov agrega que se trata de “un gran proceso de lavado de cerebro” que consta de una serie de etapas que empiezan por lo que la KGB llamó “La desmoralización”, que lleva de 15 a 20 años “porque este es el número mínimo de años que se requiere para educar a una generación de estudiantes en el país de tu enemigo expuesto a la ideología del enemigo (…) la ideología marxista-leninista está siendo bombardeada en las blandas cabezas de al menos tres generaciones de estudiantes americanos (…) ¿El resultado? El resultado que puedes ver. Muchas de las personas que se graduaron en los años ‘60, estudiantes fracasados o intelectuales a medio hacer, están ahora ocupando las posiciones de poder en el gobierno, en el servicio civil, en los negocios, en los medios de comunicación, en el sistema educativo (…) están contaminados, están programados para pensar y reaccionar a ciertos estímulos (…) no pueden cambiar de opinión aunque les demuestres que el blanco es