Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 26
ello, tampoco hay ningún sentido en buscar otro sujeto privilegiado, como aconteció en
la década del ’60 en la cual se discutió, a partir especialmente de los teóricos de la
Escuela de Frankfurt, si el privilegio de la historia pasaba por los jóvenes, las mujeres,
etcétera.[45] Contra el intento desesperado por descubrir nuevos sujetos para la
revolución anticapitalista, Laclau y Mouffe ponen el acento en la construcción
discursiva de los sujetos. ¿Qué significa esto? Pues que los discursos ideológicos
pueden dar origen a nuevos agentes de la revolución (el discurso tiene carácter
performativo, diría el filósofo del lenguaje John Austin). Simplificando un poco: hay
que fabricar y difundir relatos que vayan generando conflictos funcionales a la causa de
la izquierda.
El problema en este punto pasa a ser el de cómo explicar la construcción de
estas nuevas identidades. Y la respuesta vendrá dada, una vez más, por el concepto de
“hegemonía”. ¿Pero a qué llaman “hegemonía” Laclau y Mouffe? Para ponerlo en los
términos más claros posibles —algo no siempre fácil en razón del oscurantismo de
estos autores—, “hegemonía” es el nombre de un proceso bajo el cual fuerzas sociales
diferentes entre sí, se empiezan a articular y a la postre terminan modificando cada una
su identidad particular. Se da entre ellas un intercambio recíproco que los transforma.
El concepto de “articulación” es clave aquí, pues queda definido por los autores como
“toda práctica que establece una relación tal entre elementos, que la identidad de éstos
resulta modificada como resultado de esa práctica”.[46] En otros términos más
prácticos, hay articulación política cuando dos frentes políticos entablan una alianza
que termina por modificar la identidad de ambos.
Pero una articulación, para ser hegemónica, debe generarse en el marco de un
antagonismo social, esto es, en un espacio dividido por el conflicto. La hegemonía es un
proceso a través del cual distintas fuerzas sociales se empiezan a unir para potenciarse
en el contexto de conflictos.
Pongamos un ejemplo para aclarar la idea: un grupo de trabajadores mantiene
demandas particulares como, por ejemplo, la necesidad de un aumento salarial; grupos
de mujeres, por otra parte, construyen demandas de protección para el sexo femenino
frente a los casos de violencia contra la mujer; grupos indígenas, por su lado, reclaman
porciones de tierras basándose en supuestas posesiones de sus antepasados remotos.
Estas demandas, separadamente, carecen de fuerza hegemónica. Pero la izquierda tiene
la misión de instituir un discurso que, sobre un terreno de conflicto mayor, articule estas
fuerzas en un proceso hegemónico que las haga equivalentes frente a un enemigo
común: el capitalismo liberal. Es decir, la izquierda debe crear una ideología en la cual
estas fuerzas puedan identificarse y unirse en una causa común; la nueva izquierda debe
ser el pegamento que unifique, invente y potencie a todos los pequeños conflictos