Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 24
designa al partido de la clase obrera como “Nuevo Príncipe”. Y en estos términos
establece su misión: “Una parte importante del Príncipe moderno deberá estar dedicada
a la cuestión de una reforma intelectual y moral, es decir, a la cuestión religiosa o de
una concepción del mundo. (…) El Príncipe moderno debe ser, y no puede dejar de ser,
el abanderado y el organizador de una reforma intelectual y moral, lo cual significa
crear el terreno para un desarrollo ulterior de la voluntad colectiva nacional
popular”.[37]
La importancia de la batalla cultural es a esta altura harto evidente en Gramsci,
toda vez que la revolución puede y debe darse a un nivel cultural. Recordemos que para
Lenin la revolución había de ser violenta y ésta implicaba tomar por fuerza el Estado,
imponer la “dictadura del proletariado”, abolir la propiedad privada, destruir el
Ejército y la burocracia, haciendo desaparecer a la postre el Estado mismo.[38] ¿Y qué
propone Gramsci? Pues que el Estado puede ser permeado desde la sociedad civil y
que, en todo caso, su destrucción como “organismo al servicio de la clase dominante”
no se agota en la destrucción del Ejército y de la burocracia al modo que Lenin
proponía, sino fundamentalmente en la destrucción de la “concepción del mundo” que
produce y reproduce el Estado para el mantenimiento de su hegemonía cultural, y su
reemplazo por una nueva. Gramsci está proponiendo, en una palabra, dar una lucha
cultural que socave la hegemonía ideológica de la “clase dominante” pertrechada en el
Estado.[39] Esta lucha, conectando con el inicio de nuestro análisis, debe ser
encabezada por la clase obrera pero habiendo hegemonizado a los demás grupos
subalternos, resultando de ello una “voluntad colectiva nacional-popular”. La cuestión
de la revolución violenta, tan distintiva del pensamiento marxista-leninista, queda
relegada e, incluso, Gramsci va a hablar de “revolución pasiva” como aquella en la
cual las “clases dominantes” se ven obligadas a ir absorbiendo los puntos de vista de
las voluntades colectivas nacional-populares.[40]
IV- El post-marxismo de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe
Contemporáneos a nosotros, el argentino Ernesto Laclau y su mujer Chantal
Mouffe han generado otro salto importantísimo en la teoría marxista. Tan importante ha
sido este salto, que se les reconoce en el mundo académico un rol indiscutible como
dos de los mayores referentes del llamado “post-marxismo” o “posmarxismo”[41], una
corriente teórica muy reciente cuya característica fundamental es que se ha propuesto
revisar al marxismo para adecuarlo, teórica y estratégicamente, al nuevo mundo que
nació del fracaso del “socialismo real” de la Unión Soviética.