Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 190

exclusiva de excretar los desechos digestivos del cuerpo, no poseen producción propia de lubricantes, su mucosa es sumamente delicada y sus vasos sanguíneos pueden desgarrarse fácilmente provocando el sangrado. Luego, las probables consecuencias de dicha praxis son: incontinencia fecal, hemorroides, fisura anal, cuerpos extraños alojados en el recto, desgarros rectosigmoideos, proctitis alérgica, edema penil, sinusitis química, quemaduras de nitrito inhalado, etcétera. Y en cuanto a lo que al SIDA concierne, el último documento del CDC revela que cada 10 mil casos de relaciones sexuales en una penetración por vía vaginal, el riesgo de contagiarse VIH es de 4 casos para el varón y 8 para la mujer. En cambio, en una relación anal, cada 10 mil exposiciones sexuales el sujeto activo alcanza 11 casos y el receptivo 138 casos de riesgo. Vale decir que en la relación homosexual el sujeto activo triplica sus chances de riesgo respecto del varón heterosexual y el sujeto pasivo homosexual multiplica en 18 veces la cantidad las posibilidades de contagio[575] respecto de una mujer heterosexual. A lo dicho cabe añadir que en las relaciones homosexuales los acoplados suelen alternar o intercambiar el rol, con lo cual se exponen a sumar los dos coeficientes y así multiplicar sus de por sí altísimas chances de contagio. Dicho de otro modo: por la propia naturaleza del vínculo, el peligro de contraer VIH en la relación heterosexual es mínimo comparado con la homosexual. En cuanto a la vida promiscua y orgiástica tan característica en la comunidad homosexual (otro factor que eleva las posibilidades de riesgo a cantidades astronómicas), se indica en el citado informe Satinover que la diferencia existente entre el comportamiento de los varones homosexuales y el de los heterosexuales es el siguiente: un homosexual promedio tiene relaciones sexuales con amantes distintos en una cantidad 12 veces superior[576] a un heterosexual: “El homosexual típico (ni que decir tiene que hay excepciones) es un hombre que practica frecuentes episodios de penetración anal con otros hombres, a menudo con muchos hombres diferentes. Estos episodios son 13 veces más frecuentes que los actos heterosexuales de sexo anal, con 12 veces más parejas distintas que los heterosexuales"[577]. Dichos datos parecieran transparentar situaciones que de alguna manera son de público conocimiento: en la jerga homosexual son famosos los encuentros fugaces con desconocidos en estaciones de trenes, cabinas telefónicas, felaciones en baños públicos, estaciones de subtes, saunas, cines marginales y rincones de cualquier tenor que les permita a sus cultores aliviar a ciegas su caótica ansiedad genital. Y como la homosexualidad está principalmente centrada en la relación sexual (aunque esto no niega en modo alguno el hecho de que dos sodomitas puedan llegar a sentir afecto entre sí), los integrantes del vínculo acaban mayormente transformándose en meros objetos de deseo o en competidores en el mercado de las pasiones genitales, lo cual fomenta la hiperactividad sexual con numerosas personas en porcentajes muchísimos más elevados