Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 181

pudimos consultar, sea el varias veces mencionado Ernesto Meccia, sociólogo cuya obra si bien no tiene mayor vuelo que la de ser una repetición argentinizada de los típicos argumentos de inspiración foucaultiana, es bastante más presentable que las del resto de los textos criollos en la materia.
Efectivamente, Meccia— quien también da su batalla contra el SIDA— en su libro La cuestión gay. Un enfoque sociológico se dedica a criticar al“ insensible” mundo occidental porque éste tolera la homosexualidad pero no la endiosa:“ En un régimen de tolerancia, los grupos dominantes tienen la aptitud( legitimada, además) de decir qué son ellos y qué son los tolerados”, y se lamenta porque“' tolerancia ´ proviene del latín tolerare. Se trata de una acepción física del término que alude a la aptitud de soportar”. Por ende, entre el tolerante y el tolerado hay una relación vertical, es decir de jerarquías y entonces, según Meccia,“ la tolerancia es indisociable del ejercicio de la violencia simbólica y no valora la diversidad sexual”[ 543 ]. Increíble razonamiento: como buen izquierdista, Meccia en su libro no dedica un solo renglón a quejarse por los homosexuales torturados en los Gulags soviéticos, ni tampoco por los invertidos castrados en la China maoísta, ni un renglón dedicado a quejarse por los herejes ahorcados y / o arrojados desde las alturas en Irán en pleno Siglo XXI, ni mucho menos menciona el autor a los homosexuales fusilados en la Cuba castro-guevarista, sino que dedica litros de tinta a quejarse que la homosexualidad es tolerada en el mundo occidental, capitalista y cristiano. Es decir, el ingrato Meccia se enoja con furia porque en esta parte del planeta él y los suyos pueden tener acceso a pubs dedicados a su ambiente, organizarse con personería jurídica, gozar del pleno derecho a la intimidad, portar vía libre para publicar libros, usar del derecho inalienable para peregrinar en marchas auto-laudatorias, ufanarse a los cuatro vientos de sus hábitos y hasta pueden darse el lujo de contagiarse SIDA y contar con la asistencia de la medicina occidental, la cual ya se ocupó de avanzar y crear el tratamiento pertinente a fin de neutralizar la muerte que tan dura enfermedad ocasionaba años atrás. Pues bien, el mundo libre y capitalista le dio a Meccia un status pleno para llevar a cabo su vida pública y privada conforme sus apetitos, pero a él no le alcanza. Pareciera pretender que los heterosexuales pidamos perdón por incurrir en el arcaísmo colonialista, inquisitorial y burgués de sentir atracción por las personas del sexo opuesto: reaccionaria tendencia que según sospechamos padecían también los padres de Meccia, caso contrario no lo habrían beneficiado con la vida.
¿ Puede ser tan carente de criterio alguien que en principio nos parece equivocado pero inteligente? ¡ Y ojo! Estamos hablando del sociólogo y escritor Ernesto Meccia, es decir de un académico que en su libro no escribe mal, brinda clases en la Universidad, cuenta con pergaminos facultativos y es avizorado entre los suyos con respeto intelectual. Dicho de otro modo: si bien es cierto que no es Meccia una