Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 110

filosófico —producto a su vez de crisis políticas y económicas— que alimentó a aquel comunismo ortodoxo: surgió entonces una “nueva izquierda”, deseosa de encontrar nuevos grupos sociales —distintos del “aburguesado proletario”— que fueran capaces de ser guiados en la lucha anticapitalista contra las superestructuras sociales y morales que presuntamente sostienen al sistema. Y así vinieron las feministas de género, dispuestas a “deconstruir” incluso nuestra naturaleza humana misma en el marco de una declarada batalla cultural, al punto tal que terminaron afirmando, valga la paradoja, que la mujer no existe. Es imposible no asombrarse frente a la ineluctable distancia que separa a los inicios del feminismo respecto de su actualidad radical. La continuidad parece ser simplemente de nombre, lo que nos obliga a dejar planteada la siguiente pregunta: ¿No sería conveniente, a los efectos de evitar generalizaciones erradas, llamar de otra manera a aquellas mujeres que lucharon siglos atrás por causas loables? ¿O bien llamar de otra manera a nuestras feministas radicales de hoy? Algunos ya han empezado a utilizar esta estrategia, habiendo bautizado a estas últimas con la ingeniosa etiqueta de “feminazis”, en referencia a su declarado odio político basado en criterios sexuales. Otros usan la palabra “hembrismo”, para marcar su carácter reverso de la ideología “machista”. Dado que es el lenguaje el principal terreno de una lucha cultural, creo interesante no sólo estos ejemplos, sino jugar e innovar nuevas maneras de denominar a estos grupos, que impidan la confusión que ellos mismos promueven para dar sensaciones de aprobación general a su causa. En efecto, “feminismo” es una etiqueta que suele despertar simpatías casi automáticas, y nuestro inconsciente colectivo la asocia directamente a objetivos nobles, como la lucha por el acceso a derechos políticos o contra la violencia hacia la mujer. Pero estamos seguros que una abrumadora mayoría de las personas que pueden haber leído este libro y que han llegado hasta esta instancia en su lectura, aun considerándose a sí mismos “feministas”, no tenían conocimiento previo de la mayor parte de la información aquí brindada. Las únicas que pueden sacar rédito de esta confusión generada son las feministas radicales. Pues muchos podrían argumentar: lo que aquí se ha descrito no es feminismo, es una radicalidad, es un extremismo que no tiene nada que ver con el “feminismo verdadero”. Pero la verdad es que esta radicalidad aquí expuesta no sólo se llama a sí mismo también “feminismo”, sino que para el pesar de aquellos que piensan que feminismo es otra cosa, el feminismo radical es mainstream en el mundo político y académico, y su fuerza como movimiento ideológico se nos presenta como una curva que asciende vertiginosamente y que ya impone sus demandas en muchos puntos del planeta , sin que prácticamente nadie se atreva a enfrentarlo.