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también es pertinente. La misma raíz de la comunicación, el comunicare se refiere en última instancia a un poner en común es decir, a compartir o compartirse. Pero es un compartir sin pérdida (Abellan. 2010)1. Quien se comparte no se disuelve sino subsiste, el yo convive con el nosotros comunitario, aunque en difícil y frágil equilibrio. Las posturas radicales parten de la exaltación de lo propio a través de la eliminación de lo otro. Bajo una lógica dialéctica disyuntiva encontramos posturas que intentan negar la propiedad privada argumentando a la propiedad común como la única existente legítimamente y por otro lado las posiciones que consideran el interés del individuo como lo único legítimo al punto de minusvalizar, negar e incluso criminalizar el compartir2. ¿Es posible una posición equilibrada? ¿Una posición que integre bajo una lógica complementaria y de mutua interdependencia tanto al copyright como al copyleft? La respuesta no parece sencilla ni siquiera a nivel abstracto y es enormemente compleja cuando los intereses de cada parte entran en confrontación. En el plano informativo el compartir información libremente se contrapone a las limitaciones que imponen las prerrogativas otorgadas a los autores 1 Alvaro Abellan lo dice así: La apertura a la realidad del otro, en el caso del hombre, supone una paradoja que también han puesto de relieve teóricos de la comunicación, al definir ésta como un «compartir sin pérdida» (Abellán. 2010: 266). 2 Véase el caso de Diego Gómez titulado “Compartir no es delito”. Disponible en: http:// www.karisma.org.co/compartirnoesdelit o/?page_ id=2 81