Agenda Cultural UdeA Junio 2013 | Page 30

ISBN 0124-0854
N º 199 Junio de 2013
del continente. En mi mente infantil pensé que podía ayudar a miles y miles de kilómetros a mi querido viejo Allende, a través de juegos absurdos. Por ejemplo, cogí unas cuantas canicas. Coloqué una“ pota” en el final de un corredor. Me situé a unos veinte metros, la prueba era difícil, y con las otras bolitas jugaba a darle a la primera. Pensaba que si le daba con tres seguidas, Allende resistiría y saldría airoso. Como casi siempre pasa en este tipo de juegos, no logré acertar a pesar de que en el colegio tenía fama de tener muy buena puntería. Parecía que las canicas me estuvieran dando un golpe de estado.
Otro juego, ya la desesperación llegaba a su más rabioso extremo, fue el de salir a una avenida cercana a contar diez carros que en ese año era lo que más se veía por las calles: los Renault 4. Pensé que si lograba contar por lo menos diez de ellos en menos de un minuto, Allende se salvaría. Inexplicablemente pasaron como siete Simcas y sólo unos cuatro Renault. Ya en esa época conocía algo de la música de los Beatles, que compartíamos con un vecino; coloqué Help, Let it be, una y otra vez, hasta el cansancio. Mi pequeña alma infantil se iba haciendo, cada minuto que pasaba, con cada descarga que sonaba, muy insignificante. Un dolor ridículo me apretó el estómago. Vomité. Otra vez Let it be. Ese piano y esa guitarra sonaron aquel día desgarradoras. Ya en la noche todo parecía estar decidido: mi puntería se había agotado definitivamente y mi querido viejo Allende ya estaba muerto, sepultado por eternas cenizas de brutalidad. Me fui a dormir. Pesadillas. El 12 de septiembre sentí que la niebla me cubría los ojos. En el colegio me convidaron a jugar canicas. No me acordaba del día anterior. Llegué adonde un chino que tenía un morro de tres potas chinas. Nadie había podido atinar. Me cuadré en la línea de tiro. Apunté y vi cómo la vil canica se estrellaba contra el trío multicolor. Gané. En ese momento me acordé de mi falta de puntería el día anterior. Me pareció ver el rostro de mi querido viejo Allende reflejado en una de las canicas.