ISBN 0124-0854
N º 199 Junio de 2013
trabajan los cronistas . Ellos son hijos del primer hombre que se detuvo a narrar el pasado , los sueños o las imaginaciones , aquel que inauguró el oficio de intentar levantar con imágenes el mundo que no tenemos frente a nosotros , porque ya no está , porque no ha sucedido o porque es producto de nuestra mente . Pero que puede ser , si está en la voz y las manos de un buen narrador , tan real como realidad “ presente ” que tocamos .
Pero resulta que en la actualidad la crónica es un género vibrante . Y no se debe solamente a los diarios , sino a la explosión de revistas dedicadas al género y al oficio de cronistas que se dedican a viajar y a descubrir historias , que luego se convierten en libros . Hay bellos ejemplos de esto último . Quizá algunos de los mejores estén en la buena tradición americana . O en ese hombre delicado y silencioso , Kapuscinski , que ha sido llamado el mejor reportero del siglo XX , un mera expresión comercial que no deja de ser cierta y comprobable , como sus crónicas .
Pero ¿ qué ha hecho a Kapuscinki un gran cronista ? O , en otras palabras , ¿ qué define a una buena crónica , qué la hace diferente de otros intentos de recontar la realidad de manera bella y amena ? En principio , debería decir que la crónica , tal como la conocemos hoy — una narración de sucesos reales con recursos literarios — es una canción que habla de los días y de sus hombres , fiel a los hechos y a la imaginación del lenguaje . Y es justamente en este último ingrediente donde se encuentra el encanto de las grandes crónicas . El cronista acecha al lenguaje , lo amasa , lo acaricia para sacarle la melodía oculta del pasado , y lograr , de esta manera , que el lector encuentre muy real la realidad perdida .
Las ideas del Hades , Caronte y su barca , el río Aqueronte y las almas condenadas han servido , desde que el mundo es mundo , como ejemplos de diversas cosas . Hoy , me asisten con los cronistas . Y en un texto de Alberto Salcedo , uno de los escritores de esta sucinta recopilación , compruebo que no es tan descabellado el ejemplo , ni , mucho menos , novedoso . Salcedo escribe , al final de un artículo titulado “ La roca de Flaubert ”, que los contadores de historias buscan , a su modo , atravesar el infierno . Lo ha dicho al citar a un novelista rumano , quien cuenta cómo los prisioneros rusos de los campos de concentración que tenían como compañero a un contador de historias sobrevivieron más que quienes no tuvieron este privilegio . “ Escuchar historias les ayudó a atravesar el infierno ”, son las palabras exactas del autor recordado por Salcedo .
Caronte conduce a las almas por el río del infierno , aunque sea para llegar a otro infierno . Las historias ayudan a soportar un infierno . Los cronistas son barqueros que llevan historias de una