ISBN 0124-0854
N º 198 Mayo de 2013
Te conozco no sé de cuánto tiempo ya. Por esa cabeza dura, me figuro que de mí ya ni te acuerdas. Era sábado soleado cuando, deseosas de invertir el tiempo entre clase de inglés y natación, nos encontramos a la entrada del Museo. Recién llegada como eras, permitiste que juguetonas mi hija Laura y su amiguita se colgaran de tu cuello posando sonrientes para la foto. Para mi asombro ni perdiste el equilibrio. Sigues siendo tan bella y tan fresca como en Ambalema.
Alicia Ibeth Rúa Valois
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¡ Ay Candelaria, qué calor hace aunque sea octubre! Los días se están volviendo soles, pequeñas hogueras.
Te miro y pienso en el mar, en un viento lleno de sal y arena, en faunas exóticas y pueblos reales con nombres de ensueño. Yo no tengo certeza sobre tu natalicio, no sé si vienes de Mompox o de Margento, de la ciénaga o del mangle. Pero tienes la magia de las tierras cercanas al mar. Condensada en tu figura ondulada y en tus cabellos que destilan trópicos. Te sentaste en la silla a mirar la fuente de esta enorme casa y te volcaron a lo sublime. Candelaria, testigo de lo que pasa a la entrada del Museo, de los amores que se sientan en el borde de la fuente …
Presiento que no extrañas el mar, porque albergas océanos insospechados dentro de tus curvas suntuosas. Estás llena de agua, Candelaria, inflada por sucesos