Agenda Cultural UdeA - Año 2013 MARZO | Page 24

ISBN 0124-0854
N º 196 Marzo de 2013
El escéptico cae menos frecuentemente en el engaño. El hábitat humano ya no es la naturaleza, son las ciudades, pero sobre todo es y han sido los otros humanos, el nicho social. En esa interacción social, que es muy compleja, las ventajas de ser escépticos son muchas: sirve para crear relaciones directas, claras y equitativas, también para evitar el engaño de embaucadores, y los hay por millones. Los escépticos ahorran mucha plata: no consultan adivinos, no compran brazaletes con poderes, no acuden a las medicinas alternativas ni al psicoanálisis, no atienden los anuncios de productos cuasi fantásticos para cortar cebolla, apio o repollo. Ser escépticos nos hace más sanos y más felices, pues somos conscientes cada día de la maravilla que es la vida, de la oportunidad única que es haber nacido, recordamos que una vez se termina, no hay más. El escéptico no se agacha ante la“ autoridad”, su sentido de la dignidad es mayor. No está dispuesto a hacer genuflexiones ni a adorar a nadie ni a nada: budas, estatuillas de la virgen, libros sagrados, presidentes. Trata de hacer juicios imparciales sobre los demás. Como ve el mundo sin la oscura lente de las ideologías, los demonios se esfuman con los espíritus de toda índole. Sin ideologías, las mujeres ganamos los derechos que fueron exclusivos del hombre, no obedecemos al marido ni nos quedamos casadas para siempre, evitamos los hijos y, si es
necesario, abortamos. No encontramos ninguna razón que justifique perder la libertad de elegir una pareja del mismo sexo.
El escéptico no tiene que privarse de trabajar el Sabbath o el domingo, puede comer carne el viernes porque no hay días santos, y morcilla confeccionada con sangre de animales, o peces con escamas y sin ellas, y sin pasar por las manos de un rabino. Hace sacrificios que redunden en el bienestar de los demás, pero no sacrificios absurdos. La oración y el ayuno son tipos de soborno que se hacen a las divinidades. El escéptico no puede responderse todas las inquietudes ni preguntas, claro que no, pero tampoco está dispuesto a aceptar cualquier respuesta. Acepta la idea de que no hay manera de encontrar buenas explicaciones a todos los acontecimientos del mundo, pero se maravilla de lo desafiante que puede ser la búsqueda de la verdad y de las gratificaciones que trae ser escéptico.
Ana Cristina Vélez Caicedo es Diseñadora Industrial. Cuenta con un Máster en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia donde se desempeña como docente. Es autora de la obra Homo artisticus: una perspectiva biológico-evolutiva( Editorial Universidad de Antioquia) y coautora de El pensamiento creativo( con Antonio Vélez y Juan Diego Vélez) y de Creatividad( con Antonio Vélez), de próxima publicación con la Editorial Universidad de Antioquia. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.