ISBN 0124-0854
N º 191 Septiembre de 2012 pintoresca, interesante y algo medioeval. Por consiguiente, he resuelto confesártela hoy a gritos si es que tú eres capaz de oír estos gritos que lanzan mis letras:
¡ Ah! ¡ Cristina, Cristina, lo que me fastidio!... Mira, por muchísimos esfuerzos de imaginación que tú hagas no podrás figurarte nunca lo que yo me fastidio desde hace un mes, encerrada dentro de esta casa de Abuelita que huele a jazmín, a tierra húmeda, a velas de cera, y a fricciones de Elliman’ s Embrocation. Bueno, el olor a cera viene de dos velas que tía Clara tiene continuamente encendidas ante un Nazareno vestido de terciopelo morado, de una media vara de estatura, el cual, desde los tiempos remotos de mi bisabuela, camina con su cruz a cuestas dentro de una redoma de vidrio. El olor a Elliman’ s Embrocation es debido al reumatismo de Abuelita, que se fricciona todas las noches antes de acostarse. En cuanto al olor a jazmín con tierra húmeda, que es el más agradable de todos, viene del patio de entrada, que es amplio, cuadrado, sembrado de rosas, palmas, helechos, novios, y un gran jazminero que se explaya verde y espesísimo en su kiosco de alambre sobre el cual vive como un cielo estrellado de jazmines. Pero ¡ ay! lo que yo me fastidio aspirando estos olores sueltos o combinados, mientras miro coser o escucho conversar a Abuelita y a tía Clara es una cosa inexplicable. Por delicadeza y por tacto, cuando estoy delante de ellas disimulo mi fastidio y
Teresa de la Parra, 1920, archivos de la Biblioteca Nacional de Caracas, Venezuela
entonces converso, me río, o enseño como perra sabia a Chispita, la falderilla lanuda, quien ha aprendido ya a sentarse con sus dos patitas delanteras dobladas con muchísima gracia, y quien, según he observado, dentro de este sistema de encierro en que nos tienen a ambas, sueña de continuo con la libertad y se fastidia tanto o más que yo.
Abuelita y tía Clara, que saben distinguir muy bien los hilos tramados de los zurcidos y de las randas, pero que no ven en absoluto estas cosas que se ocultan tras las apariencias, no conocen ni por asomos la cruel y estoica magnitud de mi aburrimiento. Abuelita tiene muy arraigado este principio falsísimo y pasado de moda:“ Las personas que se fastidian es porque no son inteligentes”.
Y claro, como mi inteligencia brilla de continuo y no es posible ponerla en tela de juicio,