ISBN 0124-0854
N º 191 Septiembre de 2012
Una carta muy larga donde las cosas se cuentan como en las novelas
Teresa de la Parra
De María Eugenia Alonso a Cristina de Iturbe
¡ Por fin te escribo, querida Cristina! No sé qué habrás pensado de mí. Cuando nos despedimos en la estación de Biarritz, recuerdo que te dije, mientras te abrazaba llena de tristeza, de suspiros y de paquetes:
—¡ Hasta pronto, pronto, prontísimo!
Me refería a una larga carta que pensaba escribirte de París y que empezaba ya a redactar en mi cabeza. Sin embargo, desde aquel día memorable han transcurrido ya más de cuatro meses, y fuera de las postales no te he escrito una letra.
A ciencia cierta, no puedo decirte por qué no te escribí desde París, y muchísimo menos aún por qué no te escribí después, cuando radiante de optimismo y hecha una parisiense elegantísima, navegaba rumbo a Venezuela. Lo que sí voy a confesarte, porque lo sé y me consta, es que si desde aquí, desde Caracas, mi ciudad natal, no te había escrito todavía, aun cuando el tiempo
me sobrara de un modo horrible, era única y exclusivamente, por pique y amor propio. Yo, que sé mentir bastante bien cuando hablo, no sé mentir cuando escribo, y como no quería por nada del mundo decirte la verdad, que me parecía muy humillante, había decidido callarme. Ahora me parece que la verdad a que me refiero no es humillante sino más bien