ISBN 0124-0854
N º 188 Junio de 2012
Lucho Bermúdez y la música moderna
Darío Ruiz Gómez
H
acia 1946 , Lucho Bermúdez está en Buenos Aires . Recordemos que para estas fechas ya ha comenzado la fulgurante definición de esta ciudad como una de las urbes cosmopolitas más decisivas del siglo XX , y que para esta época , mientras las luces de un nuevo capitalismo estallan con las burbujas de champagne en los grandes cabarets de la ciudad , el crecimiento de la vida nocturna definiría la música que la acompaña , su propio voudeville , su fashion , a la vez que el cine , la industria editorial alcanzarán un auge vertiginoso que hará de Buenos Aires el centro de la inteligencia mundial . Detrás de ese fulgor y como contraste , estarán también el sufrimiento de las víctimas de ese capitalismo , la prostitución en gran escala , la extrema pobreza en las villas miseria que cierto tango , cierta milonga , reflejan fielmente . excepcional , Efraín Orozco , y aparece como un mecenas receptor inmediato del talento de ambos , Eduardo Armani , pintor , músico de la sinfónica , un hombre de gran cultura . El conocimiento profundo de Lucho Bermúdez de los diferentes sones de la música costeña , la gaita , la cumbia , el merengue , la puya , lo llevan a componer basándose en estos ritmos folclóricos bajo una gran exigencia ; por un lado , convertir las premisas de esa música nativa en un ritmo universal y , por otro , cumplir con el debido rigor el reto de instrumentar estos ritmos con las síncopas propias de una música donde la percusión africana se había fundido con la gaita , la flauta de millo , sonoridades esencialmente indígenas . Para dar este paso es decisiva , como lo señaló Pacho Galán , la saludable influencia de Glenn Miller y de Benny Goodman .
A este Buenos Aires llega el joven Lucho . Ya había llegado allí otro músico colombiano