ISBN 0124-0854
N º 189 Julio de 2012
Un domingo con Andrés
Eliana Castro Gaviria
E s domingo , día de perdición . Los domingos uno tiene adentro todo el bloque de su melancolía , de su perpendicular agobio y soledad . Pero eso no lo digo yo , lo dicen las cartas que Andrés escribía los domingos en las tardes . Andrés odiaba los días – las horas – perdidos ; el único analgésico que aliviaba su dolor de domingo era la escritura : quizás escribir un cuento , un guión , algo que no estuviera ligado a él .
Hace treinta y cinco años Andrés no está . Andrés se fue : fiel a sí mismo . La única fidelidad posible y necesaria . La última vez que hablé sobre él , un amigo me dijo : ― A Andrés Caicedo no se le entiende si no se lo leyó como comiéndose un cerebro de mango maduro en una pesadilla . O un mango muy biche , pero baboso y con sal ‖. Como si por fin acabara de entender el misterio , respondí : ― Claro , ahora entiendo : o te lo devorás , o mejor no probás . Como diría Solano Patiño , un observador que