Agenda Cultural UdeA - Año 2012 DICIEMBRE | Page 19

ISSN 0124-0854
N º 194 Diciembre de 2012 cuidado, acabará dejándose la vida, apagada y enferma, en la cuneta, y tendrá que irse a la tumba sin ella. Cuanto más se persigue el arco iris, más trabajo cuesta volver a la vida que se abandonó, muerta de hambre como un perro viejo. A veces, cuando se envejece, se tiene una revelación y se siente un ansia tremenda de volver a la vida que se dejó atrás, pero con frecuencia no se puede volver. Siempre es mejor no apartarse del camino. Yo le digo a Dorothy que la vida no es un árbol que echa un millón de brotes diferentes.— Durante un momento meditó sus palabras en silencio y luego continuó—: Tiene una hucha en la que mete monedas de uno y cinco céntimos cuando cree que sale demasiado, y gasta ese dinero en comprar velas para la iglesia. Pero eso es todo lo que hace por su alma, lo que no es suficiente para una mujer madura.
El señor Drake tenia el rostro en tensión porque intentaba con todas sus fuerzas seguir atentamente lo que ella decía, pero temía tanto que revelara algún secreto íntimo de su hermana y lo lamentase después, que apenas podía pensar en otra cosa. Estaba enteramente dispuesto a interrumpirla si iba demasiado lejos.
Las patatas ya estaban hechas y la señora Perry le ofreció dos:
—¿ Quiere unas patatas?
El viento era ahora más fresco que cuando se sentaron, y soplaba en torno a la pocilga.
—¿ Qué le parecen estas noches de viento frío que tenemos? ¿ Le molestan?— preguntó la señora Perry.
— Desde luego que sí— afirmó John
Drake.
Ella observó atentamente su rostro.“ Está rojo como una cereza”, dijo para sí.
— Tal vez preferiría vivir en un clima cálido— manifestó muy despacio el señor Drake, con expresión soñadora—, si es que me gustaran los cambios innecesarios. Las idas y venidas, quiero decir.
Se ruborizó, porque entraba en un tema muy de su agrado.
— Sí, sí, sí— dijo la señora Perry—. No es bueno cambiar mucho de sitio.
— Cuando era más joven tuve la oportunidad de ir al sur, a Florida— prosiguió él—. Me ofrecieron formar parte de una granja de cocodrilos, pero la empresa no presentaba garantías. Probablemente no habría tenido éxito; el riesgo no me preocupaba mucho, porque siempre había ansiado ver palmeras, cocos y esas cosas. Pero también pensaba que un hombre debe tener una buena razón para irse a vivir a otra parte. Creo que eso fue lo que al fin me impidió ir a Florida a criar