ISBN 0124-0854
N º 186 Abril de 2012 una obra. Si Pombo no hubiese escrito más que sus fábulas y cuentos, sería estimable, sin duda, y habría alcanzado una de las formas más puras de la gloria, como es vivir en el corazón inocente de los niños. Sin embargo, las solas fábulas no habrían alcanzado a colocar su nombre entre los grandes escritores del idioma, ni mucho menos convertirlo en cifra y compendio de todo un movimiento intelectual. 8
Es que, como lo corrobora nuestro estudio, el poeta en este aspecto de su obra necesariamente bebió de fuentes ajenas, como también lo han hecho los otros fabulistas, y su originalidad por lo tanto reside más que todo en la genialidad de adaptación, en la variedad del asunto y de la versificación, en la popularización de caracteres, y en el humor y lirismo de sus versos. Por eso en las fábulas y cuentos no encontramos a Pombo de cuerpo entero. A ése hay que buscarlo en sus mejores poemas originales que es donde se revela en todas sus facetas. No negamos que las fábulas y cuentos constituyen una parte importante de la producción del bogotano, y que un estudio completo necesariamente debe juzgarlos en su valor cabal. Sin embargo, es preciso hacer notar que la fama de estas composiciones va mermando poco a poco, y que, como dice Arango Ferrer:“ Ratón Pérez con sus travesuras no podría servirle siquiera de guión a Mickey Mouse” 9 en este siglo atómico en que los héroes del cinematógrafo y las tiras cómicas han reemplazado a los graciosos, pero muy poco dinámicos, personajes infantiles de antaño. Ahora que priva la imagen sobre la escritura y el arte visual sobre cualquier otro tipo de representación, mal podrían competir Rin Rin Renacuajo y Pastorcita, con Batman, Dick Tracy, Tarzán, Benitín y Eneas, Carlitos y tantos otros héroes de los niños contemporáneos. Afortunadamente, la supervivencia del colombiano no se apoya en la suerte de sus personajes, otrora famosos. Perdura y se mantiene sobre otros aspectos de su obra más densos y profundos en que se oculta la verdadera poesía. Por eso nunca hubiera tenido Pombo que dejar para la posteridad una protesta como ésta de Andersen en la que transparenta cierta amargura:“ Es una trivialidad el no ver en mí más que el poeta de la infancia. Mi