Agenda Cultural UdeA - Año 2011 SEPTIEMBRE | 页面 7

ISBN 0124-0854
N º 180 Septiembre de 2011 metáforas románticas. Cuando se escudriña la vida cotidiana de la Universidad, hasta hace un poco más de la mitad del siglo veinte, sorprende ver en fotografía a las directivas, los profesores y estudiantes, a la cabeza de las procesiones religiosas, los desfiles de las fiestas patrias, las marchas de los eventos cívicos, como una muestra de su integración a los símbolos e insignias del poder y prestigio propios de los valores y el espíritu aldeano de la ― capital de la montaña ‖.
En contraste, el informe Unesco de 1996, Nuestra diversidad creativa, provocó un salto cualitativo al reconocer que la cultura, más que un componente instrumental o estratégico del desarrollo, se convertía en su finalidad última:
― La cultura no es, pues, un instrumento del progreso material: es el fin y el objetivo del desarrollo, entendido en el sentido de realización de la existencia humana en todas sus formas y en toda su plenitud ‖.
Instrumentos intergubernamentales para la formulación de políticas culturales, como el Plan de Acción de la reunión de Estocolmo( Unesco, 1998) afirma que ― el desarrollo sostenible y el auge de la cultura dependen mutuamente ‖. En consecuencia, términos o propósitos habitualmente justificadores de la acción cultural, sustentados en las ideas ― rescatar ‖, ― fortalecer ‖ identidades, o en la conservación de activaciones patrimoniales
subsidiarias de un relato hegemónico sobre la Nación, empezaron a formar parte de una serie de anacronismos conceptuales orientados hacia el pasado, en una tarea improductiva y estéril, y las más de las veces fuente de despilfarro de recursos siempre escasos.
Es ahí cuando llega la hora de pensar la Universidad con las regiones y desde ellas, por las regiones y para ellas. Pero nada más difícil que llegar a un acuerdo sobre qué es región, y un ejemplo de ello se ubica en el extremo de afirmar que la región es el lugar o territorio en el que se encuentra trabajando el investigador en ese momento. Es obvio que el concepto alude a una dimensión o un referente cruzado por espacialidades y temporalidades que le dan sentido a lo local, la comarca, la provincia, y territorialidades mayores y más complejas, que no asumen los rasgos políticoadministrativos de un Departamento, pero que conforman su matriz histórico-social y nutren de contenido los perfiles económicos, culturales y geográficos de tales entidades de integración hasta dar realidad y sustento a un proyecto de Nación.
Ingresábamos de lleno al compromiso de construir políticas culturales, más que de continuar en la programación rutinaria de ― eventos ‖ y conmemoración de efemérides, bajo el comodín de un ― humanismo ‖ abstracto y despojado de sentido en el modelo de la ― formación integral ‖. Prueba de ello fue la participación institucional en el proceso de