ISBN 0124-0854
N º 176 Mayo de 2011 ilustradas , le servirá al mejoramiento de esa sociedad .
La universidad no es , como tanto se suele decir , un simple espejo de la sociedad porque , si es así , sobran la ciencia y el arte y sobra la universidad y sólo contribuye a reproducirla tal como es , a multiplicarla sin contribuir a mejorarla e incluso , cuando es necesario , a transformarla y subvertirla en favor de la justicia . Si obra de esa manera , sólo como espejo pasivo , está renunciando a una función esencial : la crítica de la cultura . De toda la cultura . Del folclor y de Bach , del cuentero y de Carrasquilla o Dostoievski , del pintor callejero y de Botero ; de las costumbres , de todo lo dicho arriba . Aún si se aceptara que la universidad sólo es el reflejo de la sociedad y además tiene que albergarla , ¿ no tiene en todo caso que seleccionar lo que alberga , y luego lo que propone a la sociedad ?
Si la cultura , según la definición tan socorrida es todo lo que el ser humano elabora y transforma de la naturaleza , entendemos que allí se incluyen todas sus prácticas para la supervivencia , sus tradiciones , mitos , creencias , rituales , su visión del mundo , del universo y de los otros , sus prácticas guerreras ; su magia , su ordenamiento de la sociedad , sus normas , sus construcciones y su folclor , sus objetos utilitarios , las fabricaciones etéreas o materiales de la ficción a partir del ocio , hasta los sueños y los testimonios de su tránsito por la vida ; en fin , todo eso que Duby señala como las “ huellas ” que un historiador debe rigurosamente encontrar y descifrar para cumplir su oficio . Pero esas todas son
manifestaciones espontáneas , que resultan simplemente del impulso individual y de los aconteceres , benéficos o desventurados , de lo que produce el ordenamiento social .
Ninguna sociedad establece que todo lo que produce espontáneamente merezca ser aprobado y conservado . De hecho , uno de los más recurrentes motivos de conflicto social es el enfrentamiento , en una lucha incesante de intereses y criterios , por determinar qué debe ser cuidado y perpetuado ; pero , en todo caso , los sectores enfrentados tienen claro que de la permanente generación de productos culturales de todo orden , siempre es necesario cribar y someter a selección . Puede haber muy diversos puntos de vista y orientaciones que informen las decisiones que sobre ello se tomen en una sociedad ; generalmente , mutantes al compás de las alternaciones en el poder y de la relativa instrucción de cada fuerza en pugna . En todo caso , hay algo que nadie discutiría : la única condición que verdaderamente se requiere para la supervivencia de la cultura es la defensa de la vida . Esto es lo que no hay manera de que entiendan los gobiernos . Para ellos , esta condición básica — la defensa y protección de la vida — es un predicado general para repetir pero que en realidad no hay que tomarse muy en serio . En cuanto a la cultura , para los gobiernos — incluso para algunos gobiernos universitarios , amigos de los tablados llenos de atorrantes que no dejan hacer clase ni ejercer actividad académica alguna — es algo de lo que siempre hay que hablar con solemnidad y , sobre todo , es algo que sirve para hacer