ISBN 0124-0854
N º 176 Mayo de 2011 ejemplo , para relajarme , pongo algo que me haga alcanzar como un estado de ánimo distanciado en el que las cosas no me llegan de verdad , las miro como quien ve una película : un estrato de consciencia “ desapegado ”. En general , para ese estrato escucho jazz o , más eficaz a largo plazo aunque tarden más en notarse los efectos , Dire Straits ( viva el mp3 ).
Esta mañana pues he escuchado a Glenn Miller antes de salir para el colegio . Se diría que no lo he escuchado durante el tiempo suficiente . Cuando se ha producido el incidente , he perdido todo mi desapego . Ha sido en clase de lengua , con la señora Magra ( que es un antónimo con patas de tantos michelines como tiene ). Además , se viste de rosa . Me encanta el rosa , pienso que es un color injustamente tratado , se suele atribuir a los bebés o a las mujeres que se maquillan como puertas , cuando el rosa es un color muy sutil y delicado , que tiene mucha presencia en la poesía japonesa . Pero el rosa y la señora Magra es un poco como el tocino y la velocidad . Bueno , total , que esta mañana tenía clase de lengua con ella . Ya de por sí es un rollazo . La lengua con la señora Magra se resume a una larga serie de ejercicios técnicos , poco importa si hacemos gramática o comentario de texto . Con ella , parece que un texto se ha escrito para que se puedan identificar los personajes , el narrador , los lugares , las peripecias , los tiempos de la narración , etc . Creo que no se le ha pasado jamás por la cabeza que , ante todo , un texto se escribe para ser leído y para provocar emociones en el lector . Para que os hagáis una idea , nunca nos ha preguntado : “¿ Os ha gustado este
texto / este libro ?” Sin embargo , es ésta la única pregunta que podría dar sentido al estudio de los puntos de vista narrativos o de la construcción de la trama ... Por no hablar del hecho de que , en mi opinión , los alumnos de nuestra edad tenemos un espíritu más abierto a la literatura que los de bachillerato o los estudiantes universitarios . Me explico : a nuestra edad , por poco que se nos hable de algo con pasión y tocando las cuerdas adecuadas ( las del amor , la rebelión , la sed de novedades , etc .), es muy fácil captar nuestro interés . Nuestro profesor de historia , el señor Lermit , supo apasionarnos en sólo dos clases enseñándonos fotos de gente a la que se había cortado una mano o los labios , en aplicación de la ley coránica , porque habían robado o fumado . Sin embargo , no lo hizo en plan peli gore . Era sobrecogedor , y todos escuchamos con atención la clase siguiente , que ponía en guardia contra la locura de los hombres , y no específicamente contra el islam . Entonces , si la señora Magra se hubiera tomado la molestia de leernos con la entonación adecuada algunos versos de Racine (“ y que el día amanezca y que el día agonice / sin que ya nunca pueda ver Tito a Berenice ”), habría visto que el adolescente típico está maduro para abordar la tragedia amorosa . Una vez en el instituto , las cosas se ponen más difíciles : la edad adulta asoma ya la cabeza , empiezan a intuirse las costumbres de los mayores , uno se pregunta qué papel y qué lugar heredará en la obra y , además , se ha estropeado ya algo , la pecera está a la vuelta de la esquina .