ISBN 0124-0854
N º 178 Julio de 2011
Impresiones de una visita a Shanghái
Diego León Arango Gómez
© Catalina Montoya
S
hanghái es la cabeza de un milenario dragón que recorre, denso y silente, por algunas regiones del centro oriental de la China. Su cuerpo es el río Huangpu y en sus aguas serpenteantes navegan las noches de los tiempos pasados y los acuciosos días del presente.
Shanghái es la ciudad más poblada de China, con más de veinte millones de habitantes, y una, de veinte, con población superior al millón de personas. Es el mayor centro industrial de China y disputa con Hong Kong la hegemonía financiera. Es una megalópolis sorprendentemente ultramoderna a los ojos de un latinoamericano que se ha maravillado con la modernidad de las ciudades de su continente, y que ha amado los secretos de su pasado.
Una noche, recorrimos el Bund, ese bulevar sinuoso y elevado en la ribera del río, que pone al visitante ante la imagen de dos mundos. De un lado, la sucesión de edificios heredados de la colonización británica( en variados estilos: neo-románico, neogótico, renacentista, barroco, art nouveau o decô), iluminados con amplios reflectores que aplanan, en el amarillo cálido de sus potentes luces, las imperfecciones de la historia y del uso, en un sordo esfuerzo por destacar entre los relieves, volúmenes y perfiles, la belleza de una época que se resiste a morir porque se musealiza, volviéndose un amplio escenario para el turismo, algo así como la escenografía para una película histórica. Es una imagen continua de luz que ofusca nuestros ojos y derrota la noche, para esconder entre las sombras de los edificios los accesos a interiores, a callejuelas y parques citadinos donde transcurre la vida ordinaria de los