ISBN 0124-0854
N º 179 Agosto de 2011 dedos y volver a mirar podemos encontrarnos con la sorpresa de que la promesa realizada nos desencanta . De tales desencantos hablaré para cerrar .
Respecto a nuestra transición participativa , podemos advertir que estuvo minada por las complejidades normativas , que hicieron costoso y difícil su implementación . Y también fue evidente que faltaron los agentes que tomaran tales instrumentos y los llenaran de contenido democratizador . Por contraste , las veces en que algunos de tales mecanismos se pusieron en marcha con eficacia , fueron evidentes las restricciones y la deformación del espíritu de fortalecimiento ciudadano . Dos ejemplos : el primero , la utilización de la figura de “ número significativo de ciudadanos ” por parte de los políticos tradicionales para encubrir sus membrecías tradicionales y resolver sus desacuerdos a la hora de afrontar competencias por el poder ejecutivo ; el segundo , la promoción de referendos — 2003 y 2008 — cargados de intenciones antidemocráticas e ilegalidades , al servicio de la promoción de intereses fuertes , particulares , y restrictivos de la libertad . En desmedro de nuestra transición , los referendos que quedaron en la memoria colectiva cargan con el lastre de los defectos de quienes los promovieron y de las medidas que pretendieron introducir en el ordenamiento jurídico .
Respecto al sistema de partidos , es evidente que ha sufrido cambios drásticos . Pero las transformaciones más significativas se produjeron por deterioro de las organizaciones tradicionales y por los por esfuerzos de reinvención de sus liderazgos . Y si bien , en ese marco también ha podido cuajar una alternativa de izquierda fuerte y viable , la esperanza de su consolidación se ve permanentemente confrontada por los hechos . Ya no estamos a expensas de rojos y azules , pero lo que hay no ha mostrado aun la amplitud que se esperaba , sobre todo por el desplazamiento a la derecha que sufrió el país durante los ocho años del gobierno Uribe . Por último , la esperanza de que el poder local sirviera a los propósitos de una mejor democracia se vio sometida a la siguiente paradoja : el rediseño fue aprovechado por algunos poderes regionales — terratenientes , mafiosos , matones y políticos corruptos — para apoderarse de los recursos económicos , administrativos y políticos que darían fundamento a la promesa de desarrollo local . Es claro que en tal posición mejoraron sustancialmente las posibilidades de apoderarse del centro , ejercer con desparpajo la corrupción , ajustando la ley a intereses particulares , específicos y de corto plazo . Todo esto afinó la costumbre que tienen distintos empleados del Estado de ver en cada cargo una “ oportunidad de negocios ”, en una sociedad que tiene que revisar las bases de dicho poder .