Agenda Cultural UdeA - Año 2010 SEPTIEMBRE | Page 13

ISBN 0124-0854
N º 169 Septiembre de 2010

¿ Es posible una imagen bella después

Pedro Adrián Zuluaga de Auschwitz?

La

célebre afirmación de Adorno de que resultaba imposible escribir poesía después de Auschwitz, a pesar de que fue reformulada más tarde, el cine moderno la tomó al pie de la letra, porque fue precisamente el cine el medio que reveló el alcance fáctico del totalitarismo, e hizo inmoral cualquier intento posterior de revisionismo sobre lo ocurrido en la Europa de la segunda Gran Guerra.
George Stevens, por encargo del gobierno norteamericano, registró, en colores y sin apenas asomo de culpa, la apertura de los campos de concentración. Estas imágenes, censuradas por las mismas entidades que las comisionaron, son el relato de viaje de un grupo entusiasta de soldados que filman, a través de una Europa en ruinas, pero liberada, desde Saint-Lo hasta llegar a Auschwitz, un límite que nadie había previsto y que conmociona al equipo de rodaje. La belleza o, para ser más precisos, la capacidad de perturbación de aquellas imágenes se debió sin duda a la inocencia con que se miró ese paisaje de muerte y desolación: la inocencia y el escándalo de una escena primitiva. Después vendrían, en blanco y negro,
Noche y niebla( 1955) o Hiroshima mon amour( 1959), de Alain Resnais.
Independientemente de que en un caso( las imágenes de George Stevens) se tratara de la mirada inmediata y sin prevenciones de los norteamericanos, y en otro, Noche y niebla o Hiroshima mon amour, del acercamiento posterior y velado de los europeos, las pirámides de cuerpos amontonados y“ los putrefactos cadáveres del fascismo y de la guerra” 1 supusieron para la conciencia de Europa un punto de no retorno y una pérdida de la inocencia que invalidó la posibilidad de reivindicar los paraísos perdidos o invocar la vitalidad romántica del paisaje natural. A cambio, el cine moderno, o“ adulto y desilusionado” en palabras de Serge Daney, adhirió a la estética suspendida que gobierna las primeras películas de Rossellini y que supone, tal como lo muestra Gilles Deleuze, el paso de la imagenmovimiento a la imagen-tiempo. En Alemania año cero( Roberto Rossellini, 1948), Edmund, un adolescente de catorce años, es incapaz de sobreponerse a la impotencia que le genera la contemplación de una Berlín
1 André Bazin, ¿ Qué es el cine?, Madrid, Rialp, 1990, p. 286.