ISBN 0124-0854
N º 170 Octubre de 2010
La Vieja Monja: ¡ Calla esclava! O no, habla si quieres, por eso me enviaron a mí, porque a mí nada de lo que dices o haces me asusta, y no me asustan tus ojos oscuros de loba furiosa, ni tu enorme boca blasfema, ni tu olor incomprensible que según las lenguas ociosas de los mineros enloquece. Nada de eso me da miedo, ya no, hace mucho que nada me da miedo.
La Negra Elena: Tampoco a mí. Tampoco a mí. Antes me dio miedo la cadena, y el barco, y la mar rabiosa, y la muerte de mi lengua y de mi canto me dio miedo.
( en voz cansada, apagada por el dolor, la negra canta en Bantú)
Después llegué a Las Canarias y vi a las negras y a las blancas sufrir de amores y fui útil en sus tristezas y ya no tuve temor de las mías.
( unta sus dedos temblorosos con la sangre de su propio cuerpo latigado)
También estas heridas rojas serán pronto cicatrices, benditas cicatrices pa’ tocar y besar, dicen mis negros, y sus blancos que también en mí creen y conmigo rezan, desnuditos y contentos y entregados rezan. ¿ Me van a quemar?
La Vieja Monja: Por aquí hace mucho que no queman a nadie. La Santa Inquisición te destierra, después de tus bien ganados doscientos azotes.
La Negra Elena( riéndose a carcajadas): ¿ Me destierran?
La Vieja Monja: Te vas a Cuba.
La Negra Elena: De Cuba vine.
La Vieja Monja: Pues a Santo Domingo o a Puerto Rico, grande es el mundo como para que no
José Fernando Pareja Higuera, De la serie Toys Locomotion, animación con 3D flips sobre tornamesa, dimensiones variables, 2010
podamos poner tierra y mar entre nosotros y tu maldad.
La Negra Elena: Por allá también pasé. Por allá también.
La Vieja Monja: Conocerás las cárceles de Cartagena de Indias entonces y allí te burlarás de la Santa Iglesia desde tu boca oscura, ya sin dientes, desde la cueva odiosa de tu garganta ya sin lengua, desde la frialdad de tu corazón, ya sin consuelo, desde el temblor de tus manos siniestras que no podrán ya ahorcar a ningún amo blanco.
La Negra Elena: No olvide que soy yo la que veo el porvenir, y nunca los granos me dijeron que sería como usted, mujer muerta y sin olor y sin placer y sin amor, nunca. Porque soy yo la que sabe y supe, con asomarme apenas a la baba amarillenta de sus ojos marchitos, que mi señor la condenó desde siempre y para siempre al frío eterno. Siga si quiere madrecita, pegue y pegue hasta que le llegue algún calorcito, que de mí salen candelas cuando bajo a bailar a sus infiernos y cuando grito y cuando me revuelco enamorada con mis diablos por los caminos secretos, de mí salen candelas. Si quisiera