ISBN 0124-0854
N º 167 Julio de 2010
20 de julio fecha oficial de la independencia nacional y lo designó día de fiesta. Así, lo que antes era una mera costumbre sentimental sin base histórica, de golpe se convirtió en Ley de la República de carácter obligatorio.
Los testigos contemporáneos tenían una apreciación muy distinta de los acontecimientos del 20 de julio. José María Caballero dejó anotado en el epígrafe de su famoso Diario:“ Libro de varias noticias particulares que han sucedido en esta capital de Santa Fe de Bogotá, provincia de Cundinamarca(…), arreglado lo posible en el año del Señor de 1813, 3 º de nuestra transformación política y 1 º de nuestra independencia absoluta”.( Subrayado por mí.) Durante dos siglos no sólo hemos celebrado como mito fundacional una fecha errónea, muy anterior a la verdadera declaración de independencia absoluta; hemos celebrado también un documento que es todo lo contrario de una ruptura de relaciones: un acta de adhesión. Peor aún: un manifiesto de servidumbre. Quiénes se han beneficiado con esta mistificación y cómo ella ha afectado la imaginación colectiva, no me corresponde a mí decirlo. La inercia parece ser más poderosa que la verdad misma; ante el empuje de la primera, la verdad termina pareciendo anacrónica. En sus Recuerdos de Santa Marta, Simón Camacho afirma que“ Ni el lecho( de Bolívar) existe ni la hamaca. Mesa, un asistente del Libertador, los quemó el día después de su muerte, para que los enemigos del Viejo, según su propia expresión, no encontrasen nada que le hubiese pertenecido”. No obstante, los guías de la Quinta de San Pedro Alejandrino continúan aseverando la autenticidad de la cama que se guarda en aquel museo. Y si bien hace más de cien años que Panamá se separó de Colombia, el Istmo continúa figurando como si tal cosa en nuestro escudo nacional.
Humberto Barrera Orrego es maestro, traductor y miembro de número de la Academia Antioqueña de Historia. Escribió este artículo especialmente para la Agenda Cultural.