Agenda Cultural UdeA - Año 2010 FEBRERO | Page 9

ISBN 0124-0854
N º 162 Febrero 2010 sino también a la retaliación de los hombres. No sólo al castigo del infierno administrado por la otredad de Dios que es Satanás, sino también al castigo de la cárcel administrado por sus infernales representantes. Por eso es que Dios tiene muchos usos.
Dios, como instrumento para la expiación, es asediado por los políticos y los traquetos para tratar de pasar por el hueco de la aguja que es la puerta para el cielo. En su infinita sabiduría maliciosa han hecho frente al temor de Dios una gambeta, un esguince y una“ vuelta” muy especial: el arrepentimiento, la contrición de corazón y el propósito de enmienda, que son fuertes detergentes para dejar sin mácula después de pecar y delinquir. Y a fe histórica que los políticos y los traquetos han usado a discreción esa posibilidad que brinda el hecho de que las
religiones y las iglesias permiten expiar las culpas. Y en ese afán convierten a Dios en un trompo puchaletas. Lo invocan tanto para celebrar una buena tarde en la Bolsa de Valores como para afilar la motosierra: Dios termina sirviendo para ganar un partido de fútbol, para celebrar un buen negocio, un buen envío, o para celebrar un cumpleaños con mariachi, cabalgata y pólvora, y aún, inclusive, a la hora de la muerte. No porque él lo permita, sino porque la religión absuelve y perdona en los confesionarios. Y, además, la pólvora y la limosna limpian el escarnio público; lo compran.
Y entonces empieza uno a notar que existen moralidades especiales. Es decir, códigos morales exclusivos. Una especie de supermercado de la moralidad en el cual el que paga pone las condiciones: paga la misa y la pólvora para celebrar el triunfo de