Agenda Cultural UdeA - Año 2010 FEBRERO | Page 8

ISBN 0124-0854
N º 162 Febrero 2010

En el nombre de Dios

Fabio Giraldo
En alguna parte de sus escrituras dijo Dostoievski que si Dios no existiera todo estaría permitido. Creo entender que se refería a que la más elemental y mínima moralia se basa en el temor a Dios; es decir, en el temor a un poder absolutamente superior e inefable porque puede sobre la vida y la muerte y por tanto sobre el destino y el tiempo de antes y de después. Además, creo que aludía al hecho de que esa moralidad elemental basada en el temor a Dios no incluía ninguna prohibición y ningún castigo y a que las religiones, todas sin excepción, han convertido ese temor en máximas preceptivas de conductas y en catecismos que se basan en el dilema entre el bien y el mal.
Hobbes, previo el conocimiento de Maquiavelo, resulta ser el más paradójico de los filósofos políticos porque fue, y sigue siendo en sus libros, un iconoclasta religioso y al mismo tiempo el que convirtió la religión y la
moral en un asunto de Estado: convirtió la moral en una técnica basada en la eficiencia del temor a Dios y al Estado: lo que es eficiente es bueno y lo que es ineficiente es malo y políticamente incorrecto. Y Dios dejó de ser un principio para convertirse en medio, en instrumento.
Ese temor primigenio convertido en pragmática ha permitido que se construya la arquitectura legal y física de las iglesias con sus administraciones clericales y con derecho propio – el derecho canónico – para administrar ese temor y ese dilema en almas y cuerpos. Lo que hizo el cristianismo, por ejemplo, fue convertir en preceptiva y en códice esas prohibiciones a partir del mito real de su inscripción en las tablas de Moisés que contiene los siete pecados capitales y que es, además, el primer y más elemental código penal. De esta manera el temor a Dios se convierte en miedo ya no sólo al castigo de Dios,