Agenda Cultural UdeA - Año 2010 FEBRERO | Página 16

ISBN 0124-0854
N º 162 Febrero 2010 equipos de fútbol y adquirieron los derechos de destacados deportistas. Pero, desde mediados de la década de 1980, como consecuencia de la muerte de importantes políticos y académicos colombianos( entre ellos, Rodrigo Lara Bonilla en 1984, Héctor Abad Gómez en 1987 y Luis Carlos Galán en 1989) comenzó en el país la guerra contra las drogas, orientada a destruir el negocio, capturar y extraditar a sus capos y a confiscar sus bienes tales como aviones, vehículos, propiedades y haciendas. Estos hechos generaron un giro en el comportamiento del consumo de los“ mágicos”— personajes excéntricos que quieren dar la imagen de hombres exitosos— quienes pasaron de un consumo visible y bullicioso, a uno más oculto y privado, pero igualmente excéntrico.
A lo largo de esta historia son muchos los sectores y grupos sociales que se han visto permeados por los dineros del narcotráfico, y, en consecuencia, han incubado lo que podría denominarse una cultura mafiosa del consumo en Colombia. Estos sectores van desde los mismos narcos y su
círculo de personas más cercanas, hasta aquellos que se piensan más alejados y menos propensos a ser afectados, como los jueces y la policía, pasando, por supuesto, por gremios como los albañiles, conductores, abogados, financistas, contadores y periodistas. Pues a pesar de tratarse de recursos concentrados, lograron distribuirse entre una red amplia de personas que participaban en la cadena del negocio, generando en todos ellos una gran ola de cambios en los hábitos de consumo.
En esta dinámica, los primeros en modificar su consumo fueron los“ mágicos” mismos, quienes consumen bienes suntuarios y son generosos con sus empleados fieles y con quienes les sirven: les entregan joyas, apartamentos y carros; les pagan altos salarios y les reparten los beneficios. El efecto de los dineros ilegales es la creación de grandes consumidores de bienes inmuebles ostentosos y de lujo: carros con exorbitantes valores, zoológicos y, por supuesto, bienes y servicios con los que mejoran su seguridad personal y familiar, como