Agenda Cultural UdeA - Año 2010 DICIEMBRE | Page 19

ISBN 0124-0854
N º 172 Diciembre de 2010

Monsiváis : antiepitafio

“¡

Carlos , no te mueras nunca !” vitoreaba a Monsiváis el público que asistía al acto de entrega del Premio de la Feria Internacional de Guadalajara en 2006 . Remiso a todas las consignas , incluso a las de los aplausos , acaba de desobedecer . Pero esa ubicuidad que le permitía aparecer en todas partes y seguir siendo una de las figuras públicas más esquivas frente al poder — alguien capaz de proclamar hasta el fin : “ Me llamo Carlos Monsiváis y no pertenezco a ...”—, se multiplicará en el poco habitado panteón de los capaces de conservar hasta el fin la irreverencia .
Todos los epítetos que Carlos Monsiváis recibió de los grandes letrados : “ El último escritor público en México ”, según Adolfo Castañón ; “ el escritor más pop que hemos tenido ”, según Mejía Madrid ; el autor que encarnó aquello de que el estilo es el hombre y no sólo escribió sino que fue “ un nuevo género literario ”, como le concedió su contrincante intelectual Octavio Paz ; el hombre que — en palabras de Elena Poniatowska — “ sabía pensar ”; el cronista que además de interpretar el México del siglo XX se confabuló en sus intentos de reinvención , según Héctor de Mauleón ; el ensayista que sobrellevó sin ceremoniales la tarea de ser “ una conciencia crítica irremplazable ”, como dijo José Emilio Pacheco , se resumen en la naturalidad con que la gente asumió sencillamente que la imagen de “ Monsi ” era la memoria colectiva andante del país .
Por Adriana Herrera
Una memoria capaz de mostrar las tragicomedias de las ficciones nacionales sin renunciar a esa forma de resistencia que es la recóndita esperanza . Decía que su “ amor a las causas perdidas ” se debía a que eran una fuente “ de salud mental ”. Pero ojo : si la solidaridad con las causas nobles era para él “ la mejor familia que pude encontrar ”, como afirmó en una ocasión en que le pregunté qué certezas conservaba después de todas las “ alusiones perdidas ” ( título de uno de sus discursos ), no menos cierta era su adhesión a otra certeza : “ Si una causa no resiste la sátira , no vale la pena ”. Acto seguido afirmó : “ La intolerancia es la forma más abyecta de la deshumanización , mientras la diversidad nos enriquece , siempre que esté dentro de la ley y fuera de esa fuerza común llamada las buenas costumbres ”.
Si la figura de Whitman simbolizó lo mejor del sueño común de Estados Unidos y un solo libro de poemas bastó para convertirlo en su prototipo , Monsiváis encarnó — en decenas de libros — el de una forma de atención sobre la mexicanidad . Y sobre todo lo insumiso ( disfrazado de remiso ) que puede haber en ésta . Su obsesión fue desentrañar los recovecos del caos y dar cuenta entera de la segunda mitad del siglo XX en México , con una voracidad incontenible por absolutamente todo lo que le rodeaba . Y , sin embargo , alertó más de una vez contra los peligros de la identidad estereotipada . “ Es preferible ser contemporáneo , que ser mexicano ”