ISBN 0124-0854
N º 164 Abril de 2010 es llamar, nombrar es poseer. Yhwh, ¿ acaso Dios?, el tetragrama impronunciable: ¡ hermosa suerte de paradoja!, a Dios no se le nombra, el Innombrable, porque no se le puede poseer, el Imposeíble … Innominado por inatrapable; inatrapable por innominado.
Me llamo barro aunque Miguel me llame. Barro es mi profesión y mi destino que mancha con su lengua cuanto lame.
Entonces, llega, por su materia y por su forma, por su profesión y su destino, el hombre de barro, llamado barro, cuyo nombre es barro, quien tienta a ser Dios: palabra desnuda que crea, sustantivo gélido que nombra y que posee; palabra enamorada que recrea, cálido adjetivo que atribuye para siempre identidad y que titula el bien inembargable, inalienable, imprescriptible. Así comienza la aventura poética: conturbado y perturbado, en medio de las brumas que pierden la claridad entre la oscuridad, que extravían la luz en la tiniebla, que ofuscan el día por la noche; el poeta crea con el barro de su palabra, su palabra es barro, nombra barro: llama al mundo barro, posee al mundo barro … De frágil materia, barro, crea, porque frágil es su materia, barro; de frágil
materia, barro, nombra, porque frágil es la materia de su nombre, barro; de frágil materia, barro, posee, porque frágil es la materia de lo que posee, barro … Barro, su nombre; barro, su bien … Barro, su profesión, poeta; barro, su destino, poeta …
Me llamo barro aunque Miguel me llame. Barro es mi profesión y mi destino que mancha con su lengua cuanto lame.
De nombre barro, aunque Miguel su nombre. Miguel su nombre. Miguel Hernández: delicado y sensitivo, cual el barro. Miguel su nombre. Miguel Hernández: amoroso y fino, cual el barro. Miguel su nombre. Miguel Hernández: poeta, la palabra más apasionada, por profesión y por destino, profesión de barro, destino de barro. Miguel su nombre. Miguel Hernández: su nombre, su vocación y su misión, su don y su duende, a la manera de García Lorca, su gracia y su felicidad, su jornada y su tarea, su profesión y su destino: la poesía dadivosa, el verso generoso: ser poeta, barro, por profesión y por destino,“ que mancha con su lengua cuanto lame”.
Me llamo barro aunque Miguel me llame.