N º 154 Mayo de 2009
ISBN 0124-0854
N º 154 Mayo de 2009
Meira Delmar
Por : Fernando Charry Lara *
Una de las creaciones mejor reconocidas en la poesía colombiana contemporánea es la que , trémula y transparente , nos ha ofrecido Meira Delmar . La cual ha sido recogida , con anterioridad al presente volumen en que ella misma la selecciona , en los títulos Alba de olvido ( 1942 ), Sitio del amor ( 1944 ), Verdad del sueño ( 1946 ), Secreta isla ( 1951 ), Poe sía ( 1970 ), Huésped sin sombra ( 1971 ), Reencuentro ( 1981 ), Laúd memorioso ( 1995 ) y Alguien pasa ( 1998 ).
La sola mención de estos libros da constancia del sostenido y anhelante fervor con que su autora , a lo largo de los años , se ha entregado al ejercicio poético . Tarea que ha cumplido en Barranquilla , su ciudad natal , apartada de grupos y con desprendimiento de la vanidad y consiguiente publicidad que habitualmente empañan la obra literaria . Porque , además de la poetisa , tendremos que alabar , entrañable , a la persona . Quien a ella se acerque advertirá de inmediato , aparte de las virtudes de su escritura , la delicadeza y excelencia de su espíritu . Atributos que no tardaron en reconocérsele , como tempranamente lo haría Javier Arango Ferrer , quien además refiere que el seudónimo Meira Delmar lo utiliza para ocultarse al dar a conocer sus primeros poemas en una publicación cubana : “ Sus antepasados son originarios del Líbano , impregnado de antiguas culturas . Las remotas herencias orientales explican la fina y refinada personalidad humana de Olga Chams ”.
De Meira Delmar dio una bella y fidelísima estampa el escritor Alberto Duque López :
Solo la muerte podrá borrar la imagen . A las seis de la tarde , cuando los árboles , los pájaros , el río , la brisa , el calor , las palenqueras , el amor , la soledad , la tristeza , la nostalgia , la risa de las muchachas y otros elementos que sólo conviven en Barranquilla , ya no se mueven más , ya no se alteran , ya no respiran , Meira Delmar está sentada en una mecedora de mimbre , moviéndose hacia adelante y hacia atrás , sobre un suelo de baldosas blancas y negras , con un fondo lejano de Mozart que viene del otro lado de las cortinas blan cas . Mientras hablamos , contemplo su pelo color miel y sus ojos claros y su voz dulce , y entiendo que los poemas que viene escribiendo desde siempre son una prolongación natural de su sensibilidad extrema , de su memoria que asusta , de su forma de atrapar los gestos cotidianos de la vida con palabras transparentes y emocionantes , de su dominio absoluto del castellano para hablar del